Ratzinger: ¿Qué pasa con los nuevos paganos?

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[Publicado originalmente el 19 de enero de 2023]

En 1958, el joven sacerdote Joseph Ratzinger analizó la situación y el futuro de la Iglesia en un artículo titulado “Los nuevos paganos y la Iglesia” publicado por la revista Hochland. Dicho escrito resultó profético. Como es un texto demasiado extenso para un post, publico aquí la primera parte. Quienes deseen leerlo completo, pueden bajarlo desde aquí.

La des-identificación del mundo (Entweltlichung) que le toca hacer a la iglesia en la vieja Europa plantea también la pregunta de ¿qué pasa con los nuevos paganos? 

por Joseph Ratzinger

Según las estadísticas de afiliación religiosa, la vieja Europa todavía es un continente casi exclusivamente cristiano. Sin embargo, probablemente no habrá otro caso donde todo el mundo sabe que las estadísticas son engañosas. Esta Europa, por nombre cristiana, se convirtió desde hace unos cuatrocientos años en la cuna de un nuevo paganismo que crece inexorablemente en el corazón de la Iglesia, y que amenaza con socavarla desde dentro.

El fenómeno de la iglesia de los tiempos modernos es determinado esencialmente por el hecho de que, de una manera completamente nueva, llegó a ser una iglesia de paganos, un proceso que va aumentando siempre más: no como antes, una iglesia de los paganos que se hicieron cristianos, sino una iglesia de paganos que todavía se llaman cristianos, pero que, en realidad, se hicieron paganos. Hoy en día, el paganismo está en la misma iglesia, y justamente esto es el distintivo tanto de la iglesia de nuestros días como también del paganismo nuevo: que se trata de un paganismo en la iglesia, y de una iglesia en cuyo corazón vive el paganismo. Por lo tanto, en el caso normal, el hombre de hoy puede suponer la falta de fe de su prójimo.

Cuando nació la iglesia, se fundamentaba en la decisión espiritual del individuo de aceptar la fe, en el acto de conversión. Aunque al comienzo se esperaba que ya aquí en la tierra se edificaría de estos convertidos una comunidad de santos, una «iglesia sin mancha ni falta», después de muchas luchas tuvieron que llegar a reconocer que también el convertido, el cristiano, sigue siendo pecador, y que incluso las faltas más graves serían posibles en la comunidad cristiana. Aunque el cristiano no era moralmente perfecto y, en este sentido, la comunidad de los santos siempre seguía siendo inacabada, sin embargo había un fundamento en común. La iglesia era una comunidad de gente convencida, de hombres que habían asumido una determinada decisión espiritual, y que, por lo tanto, se distinguían de todos los demás que se habían negado a tomar esta decisión. Ya en la Edad Media cambió esto en el sentido de que la iglesia y el mundo se identificaron y que, por lo tanto, el ser cristiano ya no era una decisión personal, sino un presupuesto político-cultural.

Tres niveles de des-identificación del mundo

Hoy en día queda sólo una identificación aparente de la iglesia y el mundo; sin embargo, se ha perdido la convicción de que en este hecho – en la pertenencia no intencionada a la iglesia – se esconde un favor especial divino, una salvación en el más allá. Casi nadie quiere creer que la salvación eterna depende de esta «iglesia» como un supuesto político cultural. De ahí se desprende que hoy en día se plantea muchas veces con insistencia la pregunta si no tendríamos que convertir de nuevo la iglesia en una comunidad de convencidos, para devolverle de esta manera su gran seriedad. Eso significaría una renuncia rigurosa a todas las posiciones mundanas que todavía quedan, para desmantelar una posesión aparente que resulta ser más y más peligrosa porque, en el fondo, es un obstáculo para la verdad.

A la larga, a la iglesia no le queda más remedio que tener que desmantelar poco a poco la apariencia de su identificación con el mundo, y volver a ser lo que es: una comunidad de creyentes. De hecho, estas pérdidas exteriores aumentarán su fuerza misionera: sólo cuando deja de ser un sencillo asunto sobreentendido, sólo cuando comienza a presentarse como la que es, su mensaje logrará alcanzar los oídos de los nuevos paganos que, hasta ahora, pueden complacerse en la ilusión de que no son tales.

Por supuesto, el abandono de las posiciones externas traerá también la pérdida de unas ventajas valiosas que resultan sin duda de la combinación de la iglesia con la vida pública. Se trata de un proceso que se dará con o sin el consentimiento de la iglesia y con el que, por lo tanto, tiene que sintonizar. Total, en este proceso necesario de la iglesia de des-identificarse  con el mundo hay que distinguir nítidamente tres niveles: el nivel sacramental, el de la proclamación de la fe, y el de la relación personal humana entre creyentes y no creyentes.

El nivel sacramental, antiguamente delimitado por la disciplina arcana, es la esencia interior propiamente dicha de la iglesia. Hay que volver a dejar claro que los sacramentos sin fe no tienen sentido, y la iglesia, con mucho tacto y delicadeza, tendrá que renunciar a un radio de acción que, en último caso, conlleva a un auto-engaño y un engaño a la gente.

Cuanto más la iglesia pone en práctica este distanciamiento, esa discreción de lo cristiano, posiblemente en dirección al pequeño rebaño, de manera tanto más realista podrá y deberá reconocer su tarea en el segundo nivel, el del anuncio de la fe. Si el sacramento es aquel punto donde la iglesia se cierra, y debe cerrarse, contra la no-iglesia, entonces la palabra es la manera de extender el gesto abierto de invitación al banquete divino.

En el nivel de las relaciones personales sería totalmente equivocado sacar como consecuencia de la auto-limitación que exige el nivel sacramental, el aislamiento del cristiano creyente de los demás hombres que no son creyentes. Por supuesto, habrá que volver a construir entre los creyentes una especie de fraternidad que se comunica por la pertenencia común a la mesa eucarística y se sienten unidos también en su vida privada, y que en las necesidades puedan contar unos con otros; en fin, que sean una comunidad de familias. Pero esto no debe llevar a un aislamiento como de una secta, sino que más bien el cristiano pueda ser un hombre alegre entre los hombres, simplemente otro hombre donde no puede ser otro cristiano.

Resumiendo podemos anotar como resultado de este primer aspecto: primeramente, la iglesia sufrió un cambio estructural creciendo desde el pequeño rebaño a la iglesia mundial; en el viejo mundo se identifica desde la Edad Media con el mundo. Hoy en día, esta identificación sólo queda como apariencia que opaca la verdadera esencia de la iglesia y del mundo, y que, en parte, le impide a la iglesia su necesaria actividad misionera. Así que, después del cambio estructural interno, se consumará tarde o temprano un cambio externo para volver a ser el ppequeño rebaño; y eso pasará tanto si la Iglesia lo consiente como también si se niega a este cambio.

¿Otro camino de salvación?

Pero aparte del cambio estructural de la iglesia, descrito brevemente aquí, se percibe también un cambio de consciencia del creyente que es el resultado del hecho del paganismo dentro de la iglesia. El cristiano de hoy no puede imaginarse que el cristianismo o, más precisamente, la iglesia católica, sea la única vía de salvación. Con eso, desde dentro se hizo cuestionable lo absoluto de la iglesia, junto con la grave seriedad de su deseo misionero y de todas sus exigencias. No podemos creer que el hombre de al lado, que es maravilloso, dado a ayudar y bondadoso, va al infierno por no ser católico practicante. Para el cristiano promedio, la idea de que todos los hombres buenos se salvarán, es tan aceptada como en tiempos anteriores lo contrario.

Un poco confundido, el creyente se pregunta: ¿por qué se les hace tan fácil a los de fuera, mientras que a nosotros se nos hace tan difícil? Llega a percibir la fe como una carga y no como una gracia. En todo caso le queda la impresión de que, en último termino, hay dos caminos de salvación: uno, para los que se encuentran fuera de la iglesia a través de una simple moral subjetiva, y el otro a través de la iglesia. No logra tener la impresión de que le haya tocado el camino más agradable; en todo caso, su fe sufre mucho por la existencia de otro camino de salvación paralelo al de la iglesia. Está claro que el impulso misionero de la iglesia sufre enormemente por esta inseguridad interior.

Los pocos y los muchos

Intentaré responder a esta cuestión que hoy en día pesa fuertemente a los cristianos; lo haré indicando muy brevemente que hay un solo camino de salvación: el que pasa por Cristo. Desde el principio tiene un radio doble: se refiere a «el mundo», «los muchos» (es decir: todos); pero, a la vez, se dice que su lugar es la iglesia. Así, la esencia de este camino es una relación de «pocos» y «muchos»; el ser los unos por los otros es parte de la manera en que Dios salva, y no significa el fracaso de la voluntad divina. Para comenzar, Dios escoge al pueblo de Israel de entre todos los pueblos como su pueblo elegido. ¿Acaso significa esto que sólo Israel es escogido, y los demás pueblos son desechados?

A primera vista da la impresión de que hay que entender esta yuxtaposición del pueblo elegido y los pueblos no-elegidos en un sentido estático: la yuxtaposición de dos grupos distintos. Pero pronto se manifiesta que eso no es así; porque en Cristo la yuxtaposición de judíos y paganos adquiere una dinámica tal que también los paganos a través de su no-elección llegan a ser elegidos, sin que la elección de Israel se convierta en una ilusión, como muestra el capítulo 11 de la carta del apóstol Pablo a los Romanos.

Así vemos que Dios puede escoger a los hombres de dos maneras: la directa, o la otra, a través de su aparente rechazo. Para ser más claros: constatamos que Dios distingue en la humanidad a los «pocos» de los «muchos», una distinción que recurre a lo largo de la Escritura. Jesús da su vida en rescate por «los muchos» (Marcos 10,45); en los judíos versus paganos, la iglesia versus no-iglesia, se repite esta división en los pocos y los muchos.

Pero Dios no divide a la humanidad en los pocos y los muchos para descartar a estos en el basurero y salvar a aquellos, tampoco para salvar a los muchos de manera fácil y a los pocos de manera complicada, sino que utiliza a los pocos como el punto de apoyo desde donde saca a los muchos de su fundamento, como la palanca con que los atrae hacia sí. Ambos tienen su lugar en el camino de salvación, que es distinto sin anular la unidad del camino.

Sólo podemos comprender esta relación correctamente cuando vemos que su fundamento es la relación entre Cristo y la humanidad, el uno y los muchos. La salvación del hombre consiste en que es amado por Dios, en que su vida se encuentra, al final, en los brazos del amor infinito. Sin éste, todo lo demás le quedaría vacío. Una eternidad sin amor es el infierno, aunque no le pasara a uno nada más que eso. La salvación del hombre consiste en ser amado por Dios. Pero uno no puede reclamar un derecho a ser amado, ni siquiera por ventajas morales u otras. El amor es, en su esencia, un acto libre, o no es amor.

Queda, por lo tanto, esto: en la relación entre Cristo, el Uno, y nosotros, los muchos, nosotros no somos dignos de la salvación, tanto cristianos y no-cristianos, creyentes y no-creyentes, con o sin moral; realmente, nadie «merece» la salvación sino Cristo. Pero precisamente aquí ocurre el intercambio maravilloso: Los hombres, todos juntos, merecen la condena, Cristo merece la salvación . En el intercambio maravilloso ocurre lo contrario: Él solo asume toda la desgracia y, de esta manera, deja libre el lugar de la salvación para todos nosotros.

El intercambio maravilloso

Toda salvación que puede haber para el hombre, tiene su fundamento en este primer intercambio entre Cristo, el uno, y nosotros, los muchos, y reconocer esto es la humildad de la fe. Aquí podríamos dar el asunto por terminado, pero hay algo más: nos sorprende que además, según la voluntad de Dios, este gran misterio de tomar el lugar de otro continúa de múltiples maneras a lo largo de la historia, y encuentra su culminación y unificación en la relación entre Iglesia y No-Iglesia, entre creyentes y «paganos».

El opuesto de Iglesia y No-Iglesia no significa que la una esté yuxtapuesta al lado de la otra, tampoco la una contra la otra, sino la una por la otra donde cada parte tiene su función. A los pocos, que son la iglesia, se les encarga, por la continuación de la misión de Cristo, tomar el lugar de los muchos; y la salvación de ambas se obra solamente en la relación de la una con la otra, y la subordinación de ambas bajo Cristo que tiene su lugar y abarca a ambas.

Ahora bien, si la humanidad se salva porque Cristo toma su lugar y, a continuación, por la dialéctica de «pocos» y «muchos», eso significa que cada hombre, y especialmente los creyentes, tienen su función irrenunciable en el proceso total de la salvación de la humanidad. Nadie tiene derecho a decir: mira, otros se salvan sin las exigencias serias de la fe católica, entonces ¿por qué no yo también? ¿Cómo sabes que la plena fe católica no es justamente tu misión muy necesaria que Dios te encargó por razones que no puedes regatear? Porque es uno de esos asuntos sobre los cuales dice Jesús: todavía no puedes entenderlo, pero lo harás más tarde (vea: Juan 13,36).

Así que vale, en cuanto a los paganos modernos, que el cristiano puede estar seguro que la salvación de ellos está resguardada en la gracia de Dios de la cual depende también su propia salvación. Pero vale también que, con miras a la posible salvación de ellos, él no puede dispensarse de la seriedad de su propia existencia de creyente, sino que, al contrario, justamente la falta de fe de ellos debe serle estímulo a creer más plenamente, sabiendo que participa en la función de Cristo que toma nuestro lugar, de lo cual depende la salvación del mundo y no sólo la de los cristianos.

Sólo Dios justifica

Para terminar, quisiera precisar estos pensamientos un poco más mediante una breve exégesis de dos textos de la Escritura donde se percibe una toma de posición frente a este problema.

Está, primero, este texto tan difícil donde se habla de manera especialmente clara de la oposición entre los muchos y los pocos: «Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos» (Mateo 22,14). ¿Qué dice este texto? No quiere decir que muchos serán desechados, como se supone normalmente. Sólo quiere decir que hay dos maneras diferentes de cómo Dios elige. Para ser más preciso: dice claramente que hay dos actos divinos diferentes que ambos apuntan a la elección sin que se nos diga de una vez si ambos logran su fin. Pero al mirar el desarrollo de la historia de la salvación, tal como lo explica el Nuevo Testamento, se nos ilustra esta palabra del Señor: la yuxtaposición de pueblo elegido y los pueblos no elegidos se convierte en Cristo en una relación dinámica, de tal manera que los paganos, justamente a través de su no elección, llegan a ser elegidos, y también los judíos, a través de la elección de los paganos, vuelven a su elección. De tal manera, esta palabra se convierte para nosotros en una enseñanza importante.

Cuando se la plantea la pregunta por la salvación del hombre desde abajo, siempre se la plantea de manera equivocada, preguntando cómo los hombres pueden justificarse. La pregunta por la salvación de los hombres no es una cuestión de auto justificación, sino de una justificación por pura gracia de Dios. Se trata de ver las cosas desde arriba. No hay dos maneras de cómo los hombres se justifican, sino dos maneras de cómo Dios los escoge. Y estas dos maneras de elección por Dios son el único camino de salvación en Cristo y su iglesia que consiste en la relación entre los pocos y los muchos, en el servicio de los pocos cuando continúan tomando, como Cristo, el lugar de los muchos.

El otro texto es el del gran banquete (Lucas 14,16-24 y paralelos). Este Evangelio es, en primer término, en un sentido muy radical una Buena Noticia. Porque nos cuenta que, al final, el cielo será llenado con todos los que se encuentran de alguna manera, con gente totalmente indigna que, en relación al cielo, son ciegos, sordos, cojos y mendigos. Por lo tanto, un acto radical de la gracia de Dios; y ¿quién querrá decir que acaso nuestros modernos paganos europeos no podrán entrar también de esta manera con los demás?

Por este texto, todos tenemos esperanza. Por otra parte, queda la seriedad. Hay un grupo de aquellos que serán rechazados para siempre. ¿Quién sabe si no hay entre estos fariseos rechazados, más que uno que se creía un buen católico, pero que, en realidad, era un fariseo? Por otra parte, ¿quién sabe si entre aquellos que no aceptan la invitación no están precisamente esos europeos a quienes se les ofreció el cristianismo, pero que lo desecharon?

De esta manera, queda para todos a la vez la esperanza y la amenaza. En este punto donde se tocan la esperanza y la amenaza que redundan en la seriedad y la gran alegría de ser cristiano, el cristiano tiene que mantenerse en medio de los nuevos paganos, porque ve que están puestos, de otra manera, en la misma esperanza y amenaza, porque también para ellos no hay otra salvación que la única en que cree él: Jesucristo el Señor.

49 comentarios en “Ratzinger: ¿Qué pasa con los nuevos paganos?

  1. Avatar de Desconocido Anónimo

    ¡¿Acaso dije que fuera Ud. jesuita?!

    Por lo otro, «a confesión de partes, relevo de pruebas». En efecto, sin duda que un molinista confeso, como lo es Ud., no puede dejar de tener relación con un jesuita, Luis de Molina, y con varios otros de la Compañía que siguieron sus descarriados pasos… Nuevamente, es una cuestión de rigurosa implicancia lógica.

    Por lo demás, si hay identidad ideológica substancial, como la hay entre santo Tomás y su escuela al respecto, pues entonces no cabe competencia alguna entre las partes ni, en consecuencia, entre el celo por cada una de ellas. Nuevamente, viva la lógica.

    Otro acuerdo y no menor, estimado G. Marivs: el deseo de la santa Cuaresma es mutuo.

    El Señor lo bendiga.

    F.

  2. Avatar de cinissum G. MARIVS

    Usted es un muchacho muy sagaz, estimado Federico. Espero que Santo Tomás de veras sonría en el cielo por un discípulo tan prolijo y celoso. Mi deseo es que el celo que tuviera por Él no compitiera con el celo que profesa por una escuela. Ma chi sono io per giudicare? —Dijo otro… jesuita, en fin.

    Ahora, en serio, hay un punto fundamental en el que podemos estar de acuerdo: no resolveremos este asunto aquí.

    Santa cuaresma.

    Pd. No soy jesuita ni tengo relación con ellos. Ahí desbarrancó bien feo, je, je.

  3. Avatar de Desconocido Anónimo

    (IV)

    Que cite esa frase de san Agustín como si (espero haber entendido mal) fuera contra santo Tomás y su escuela y más bien a favor del molinismo, da a entender que Ud. no entiende a qué va la posición tomista. Eso en nada contradice al tomismo. Sin duda que Dios dará a cada uno según sus méritos. Lo que ocurre es que nuestros méritos son, a su vez, dones del mismo Dios, como bien lo expresó el Águila de Hipona. Que no se acepte el testimonio de san Agustín en favor del tomismo es de una insipiencia superlativa, toda vez que el Hiponense fue muy claro al respecto. Relea el De praedestinatione sanctorum: es más claro que el agua. Cito sólo una frase de esta preciosa obra del Africano: “opus suum praescivit”. Difícil decir más en tan pocas palabras…

    La ciencia media, en cuanto implica que Dios prevé algo, en la línea del bien, de lo que no es su Autor, es sobremanera blasfema, como bien lo señaló el P. Báñez, al implicar pasividad o determinabilidad y, por tanto, imperfección en el mismísimo Dios. Además, nada puede haber en la línea del ser, ni la más mínima partícula de entidad, que no sea causado por Dios. Y Dios lo conoce en cuanto lo puede causar y lo causa. La alternativa, finalmente, es o Dios determinante o Dios determinado: non tertium datur, como insiste con razón Garrigou-Lagrange siguiéndolo a del Prado. Lo segundo es contrario a la doctrina católica. Y es lo que implica el molinismo y su ciencia media, velis nolis, a la que Ud., horresco referens, subscribe…

    Dice Ud.: “Ud. puede considerar como un horror la ciencia media”. Quite el “puede”: la considero un horror blasfemo. Ahora bien, por lo que sigue, no hay ningún monstruo para el tomismo, en manera alguna. Agrega Ud.: “cómo es que, en tal caso, Dios mismo no se pondría en contradicción con sigo mismo (!) por predestinar creaturas que… ¡Se rebelarían por su propio decreto contra Él!”. Pues qué estupidez. No todos están predestinados. El predestinado se salvará infaliblemente. Ninguno de los predestinados se rebelará contra el Altísimo usque ad mortem: todos morirán en gracia. Pienso que haría bien en releer, por favor, la q. 23 de la prima pars de la S. Th. y el De dono perseverantiae, antes de leer a Tolstói…

    El menosprecio de la lógica que parece traslucirse en esta infeliz expresión suya, “la lógica es una máquina que puede encontrar fácilmente contradicciones y absurdos donde quiera”, ciertamente no lo ha conducido a buen puerto (o, mejor, no lo ha conducido a puerto alguno). Que un molinista se presente frente al tomismo como quien respeta el misterio es no poco irónico…: más bien es bastante al revés, como ya señalaba con razón el P. Báñez en su Tractatus de vera et legitima concordia, al que lo remito para no extenderme más. Sí le doy razón en lo último que dice: “[su] despreciable opinión”. Todo error, en efecto, es despreciable. El molinismo, en cuanto erróneo, sin duda lo es, como bien lo señaló el P. Báñez y, con él, una legión de tomistas. Ud., por el contrario, merece mi respeto.

    Dios lo bendiga.

    FM

    1. Avatar de cinissum G. MARIVS

      ¡Perdón, perdón! Solo quiero añadir unas líneas que me crucé en el Denziger, mientras estudiaba unos asuntos relativos a las Sagradas Escrituras. No me pude resistir traerlos a cuento porque van en el contexto de la polémica.

      En concreto: se trata de 101 proposiciones de Pascasio Quesnel, jansenista, condenadas por el Papa Clemente XI en la bula Unigenitus de 1713. En el Denzinger clásico, nros. 1351 y ss. Atención a las siguientes proposiciones, que, subrayo, están condenadas:

      2. La gracia de Jesucristo, principio eficaz del bien de toda especie, es necesaria para toda obra buena; sin ella, no sólo no se hace nada, mas ni siquiera puede hacerse.

      9. La gracia de Cristo es la gracia suprema, sin la cual nunca podemos confesar a Cristo y con la cual nunca le negamos.

      10. La gracia es operación de la mano de Dios omnipotente,a la que nada puede impedir o retardar.

      11. La gracia no es otra cosa que la voluntad de Dios omnipotente que manda y hace lo que manda.

      12. Cuando Dios quiere salvar al alma, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, el efecto indubitable sigue a la voluntad de Dios.

      13. Cuando Dios quiere salvar al alma y la toca con la interior mano de su gracia, ninguna voluntad humana le resiste.

      30. Todos los que Dios quiere salvar por Cristo, se salvan infaliblemente.

      40. Sin la gracia, nada podemos amar, si no es para nuestra condenación.

      Hasta a mí, que soy muy detestable, impío y muy herético molinista blasfemo contra ¡ay! la omnipotencia divina, me hace ruido que algo así haya sido condenado. Eppur si muove, caramba. Habrá que seguir estudiando, que seguro se concilian con el tomismo. O, por ahí, aunque no se sí eso importe tanto, también con la fe de la Iglesia, je.

      No lo tome a pecho, mi buen compatriota. Sé que no se refieren a la justificación, no hace falta que cite la cuestión 23. Lo único que sí le aconsejo, y con esto sí no intervengo más, es que modere el ímpetu, porque la lógica formal sí que puede encontrar errores en donde se le cante, y lo importante son las definiciones, que es donde se corta el pescado.

      Un afecto y sincero deseo de bien para Ud.

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Estimado:

        Que tan siquiera se dé a entender que esas proposiciones condenadas tienen algo que ver con el tomismo, que es la posición que he defendido y defiendo, no hace sino confirmar la gran ignorancia que se tiene, en quien eso pretenda dar a entender, del mismo tomismo, y que no hace sino más bien en cierto sentido resucitar la vil «reductio ad Calvinum» de ciertos antiguos molinistas…

        Como bibliografía, además de volver a citar la q. 23 de la prima pars, sume la q. 19, sobre la divina Voluntad, y relea (si acaso ya lo leyó) el tratado de la gracia: I-II, qq. 109-114. Como visión de conjunto conviene leer La predestinación de los santos y la gracia, del P. Garrigou-Lagrange. ¿Acaso piensa Ud. que los tomistas posteriores a la Unigenitus, dado que la conocían, eran idiotas?

        Dios lo bendiga.

        F.

  4. Avatar de Desconocido Anónimo

    (III)

    [* Disculpe la errata: «puede«, no «pude»].

    Me quedan S. Ireneo, S. Ambrosio y S. Hilario. Aun suponiendo que dijeran los mismos algo contrario al tomismo, “una golondrina, como ya bien decía el viejo Aristóteles, no hace verano…”. Pero, ¿será así? Vayamos a S. Ireneo. Nada hay en el pasaje del recientemente declarado Doctor, S. Ireneo, que vaya contra el tomismo y favorezca el non sancto molinismo. Sepa que ya se me va confirmando que está Ud. luchando contra un hombre de paja. No voy a citar aquí lo que Ud. refirió, porque no viene a cuento. Todo ese pasaje es coherente con lo que sostiene la escuela tomista, que Ud. parece ignorar. Pero veamos lo que dice el Angélico mismo, a quien su escuela se gloría en seguir: “Dicendum est ergo quod effectum praedestinationis considerare possumus dupliciter. Uno modo, in particulari. Et sic nihil prohibet aliquem effectum praedestinationis esse causam et rationem alterius, posteriorem quidem prioris, secundum rationem causae finalis; priorem vero posterioris, secundum rationem causae meritoriae, quae reducitur ad dispositionem materiae. Sicut si dicamus quod Deus praeordinavit se daturum alicui gloriam ex meritis; et quod praeordinavit se daturum alicui gratiam, ut mereretur gloriam” (S. Th., I, q. 23, a. 5, c.). Pues, según sus errados cánones, cuán molinista que era santo Tomás…

    En cuanto al texto de S. Ambrosio, que según la edición que tengo ante los ojos es el n. 83, no el n. 82, se puede entender a la luz del pasaje de santo Tomás en el orden de la ejecución: Dios predestinó dar la gloria como efecto de los méritos: “sed quorum merita praescivit, eorum praemia praedestinavit”, i.e., como digo, a la luz de santo Tomás, predestinó dar la gloria como efecto, en el orden de la ejecución, de los méritos, lo cual difiere de predestinar a la gloria a causa de los méritos, en el orden de la intención. Me pregunto dónde está ahí la ciencia media molinista… (la misma pregunta cabe respecto de los otros textos, claro está). No sé cómo no le da vergüenza dar estas “pruebas” o “fundamentos” de su posición.

    En cuanto al texto de S. Hilario, “indiscreto”!… (Le pido que a lo menos tenga la deferencia de citar bien, sin erratas). Sin tener en cuenta algún texto del santo Doctor de Poitiers que tiene un aparente sabor bastante semipelagiano, lo mismo cabe decir: si se considera la elección por parte de Dios como en cuanto a dar la gloria, en el orden de la ejecución, como premio por los méritos previos, entonces está claro que hay una dignidad (por la gracia) que merece el premio de la gloria, y que la misma gloria no es dada, siempre en ese orden de la ejecución, sino a quien la ha merecido por la gracia. Así entendido, nada tiene de molinista. Y la ciencia media, por cierto, hay que seguir buscándola…

    Hasta donde recuerdo de la Concordia (los malos recuerdos conviene a veces olvidarlos), de las autoridades citadas por Molina para pretender refrendar su peregrina y heterodoxa doctrina, una de las únicas que quedaba en pie, luego de las refutaciones de Báñez y otros tomistas, era un texto que, supuestamente, era presentado como de S. Justino, pero, en realidad, era de un pelagiano o semipelagiano de mala laya de la antigüedad. Habrá que chequear este mi recuerdo. Pero, si es así, calculo que no querrá Ud. seguir sus pasos…

    Dios mismo no se distingue realmente de su acción, está claro, pero sí se distingue el efecto de su acción de Él mismo. La gracia creada es un efecto de la acción divina. Sostener que la gracia creada es efecto de la inhabitación divina en el alma, en cuanto implicaría que no se daría la gracia antes de la inhabitación, es una burrada y contrario a la doctrina católica: una persona que no está en gracia habitual y en la que, en consecuencia, no inhabita la Trinidad Santísima, puede tener el hábito de la fe (informe) y creer sobrenaturalmente, lo cual no se puede hacer sino con la gracia.

  5. Avatar de Desconocido Anónimo

    (II)

    No se pude dar una única noción, específicamente, de la gracia, dado que la misma no es específicamente única. La gracia santificante habitual difiere de la actual, como un hábito difiere de una moción, lo cual está claro hasta para un novicio en Metafísica. Las gracias gratis datae, por ejemplo, que no son de suyo santificantes (no miran directamente a esto), difieren de la gracia santificante. Me decía lo de la Summa, pero Ud. da la impresión de ni siquiera haber leído el tratado de la gracia… La gracia intrínsecamente eficaz difiere de la suficiente, que no da el obrar sino sólo la capacidad de ello. El acto, como bien sabe, difiere realmente de la potencia.

    Creo que no tiene sentido apelar a la autoridad de los Padres para fundar su aserto de que la cuestión no está resuelta. Precisamente fue una cuestión que se ventiló expresamente con posterioridad a muchos de ellos.

    Como buen molinista habrá leído la farragosa Concordia y, además, calculo, la Apología de Báñez et alii. Pues bien, al final de la misma tiene una extensa refutación de todas (o casi todas…) las autoridades que Molina pretendía aducir en e inclinar a su favor. Y son muchas. En cuanto a las que cita, ya iré a ellas.

    Por empezar, ya san Agustín, cuya doctrina canonizó el II Concilio de Orange, señalaba con razón que no se podía exigir claridad en la formulación de los Padres cuando todavía no había surgido el error enemigo de la gracia, i.e., el pelagianismo. Lo mismo dice santo Tomás en Contra errores graecorum, que es una joya, como todo lo suyo. Pero, así y todo, el Doctor de la gracia cita algunas autoridades en favor de la doctrina católica que él expresó y defendió, a partir de su De diversis quaestionibus ad Simplicianum.

    El Pastor de Hermas no es ningún Padre de la Iglesia. A lo sumo puede tomarse como un autor eclesiástico. Pero en esta clase entran también Tertuliano y Orígenes, no carentes de errores (Orígenes, claro, tiene alguno en la línea del molinismo…, como bien lo observaron los tomistas ya contra Molina). Pero vayamos a lo que cita Ud. del Pastor de Hermas: “A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento”. Pues nada obsta a que ese estar a punto de volverse puro y de servir a Dios sea efecto de la gracia y que sea conocido por Dios en el decreto por el que eso determinó. De hecho, no puede sino ser lo primero, conforme a lo que define el II Concilio de Orange (que calculo tendrá Ud. bien estudiado, pues es la bibliografía elemental respecto de esta cuestión). Y así nada en ese texto favorece el molinismo en lo que tiene de non sancto. Traducido al lenguaje de la escuela tomista: Dios predeterminó dar una gracia eficaz que preparó sus corazones, la vio o preconoció en su decreto y les dio la gracia eficaz que operó el arrepentimiento. Cuán molinista que era el Pastor de Hermas…

    S. Justino, que no es Doctor, tiene alguna expresión no muy feliz en sus escritos, por mucho que lo estime. Pero vayamos a lo que Ud. cita de él. De nuevo me sorprende que piense que esa frase va contra el tomismo y ya me voy preguntando si acaso sabe de qué está hablando cuando habla del tomismo… “Él de antemano conoció que serían malos y no se arrepentirían, pero no porque Dios mismo los hiciera así”. Está en perfecta coherencia con el tomismo. Dios preconoce todo, lo bueno y lo malo. Lo bueno en su decreto positivo predeterminante. Lo malo en su decreto permisivo antecedente. Nihil obstat al tomismo en esa frase. Pues el mal no es obrado por Dios, sino sólo permitido (el mal moral, se entiende, no el mal físico). Aquí también, cuán molinista que era S. Justino…

    Sospecho que entresacó esas referencias, a lo menos alguna, de un volumen de los Padres de la Compañía editado por la BAC. Claro, jesuitas… ¿Siguen acaso la doctrina de la gracia extraña al tomismo y al agustinismo que expresa san Ignacio en sus Ejercicios…? No olvide que S. Ignacio estudió en París en un ambiente nominalista.

  6. Avatar de Desconocido Anónimo

    Estimado G. Marivs:

    (I)

    Le agradezco su sinceridad al confesarse molinista (“Mi posición es decididamente molinista”). La verdad que no creo recordar haber tratado nunca directamente con un molinista confeso (muchos lo son más o menos inconscientemente). Al fin los molinistas confesos me parece que son casi una especie en extinción (a Dios gracias), quizá a consecuencia de las demoledoras críticas de tantos tomistas, de la caída en desgracia de Suárez con el neotomismo (recuerde que el congruismo es afín al molinismo) y de que la Compañía ha seguido, en general, otros derroteros, no poco lejos de la Teología especulativa…

    Ahora bien, comprenderá que en unos breves comentarios y en este formato incómodo no llegaremos, casi con seguridad, a un acuerdo en una Controversia que ha hecho correr ríos de tinta y que es ya más de tres veces secular, a lo menos (pues si nos remontamos a sus antecedentes [Cicerón, por ejemplo], es ya bimilenaria).

    También le agradezco el que, según creo, dé Ud. a entender, al menos entre líneas, que se aparta de santo Tomás (“…no me interesa formalmente estar de acuerdo con Santo Tomás”). Si es así, en esto es también sincero, como el mismo Molina, a diferencia de los molinistas que inventaron esa comedia del “bañecianismo”, como demostró del Prado, para desprestigiar a los tomistas, como si no lo fueran. El molinismo, en lo propio, es del todo contrario a lo que sostiene santo Tomás. Y también a lo que afirma san Agustín. Ahí creo que ya no hay discusión entre los que se han preocupado siquiera de leer la Concordia y a estos dos grandes Doctores, a partir de lo cual se hace demasiado obvio.

    Dicho lo cual, me pregunto a qué iba su demanda de que hubiera leído por completo la Summa, si al fin no tiene Ud. reparo en apartarse del Doctor Común, como en efecto lo hace en su concepción de la gracia (yendo más allá incluso que los más fervientes molinistas, dicho sea de paso).

    La gracia creada no es increada, como es obvio, ni, por tanto, infinita en sentido propio, reservado a solo Dios. Cantar victoria por un partido no contradice ningún decreto divino. El error es tan sólo permitido por Dios, no querido positivamente, al igual que el pecado. Misteriosamente, Dios permite muchos males. Eso no implica que los celebremos, aunque sí hemos de bendecir la divina permisión, que Dios dispone en orden al bien, como bien decían san Agustín y santo Tomás. Y los errores son ocasión de formulaciones más limpias y precisas de la verdad, como ocurrió, por cierto, en este caso contra el error molinista por parte de los gigantes del tomismo: desde Báñez y Lemos hasta del Prado y Garrigou-Lagrange.

    Para hablar con propiedad, la fe no nos revela nada: es Dios el que revela y por la fe se cree lo revelado sobrenaturalmente por Dios. Dicho lo cual, en la medida en que la soberana y omnímoda perfección del Omnipotente ha sido revelada, atentar contra la misma implica atentar contra la fe. De modo que si una determinada posición filosófica o teológica lo hace, haya o no haya sido condenada, un católico no puede dejar de alzarse en armas contra la misma. De allí el santo celo de los tomistas contra el molinismo.

  7. Avatar de Gustavo Rance Deltrece

    quizás tenga que ver con esa palabra terrible que hace pocos años apareció por ahí en un autor fugado a las iglesias orientales, cuando comenzaba su librito con esto del «poscristianismo». Concepto terrible y real.

  8. Avatar de Desconocido Anónimo

    Es el pelagianismo peor que creer que el hombre es un títere sin voluntad?

    Lo que usted escribe se parece bastante a la depravación total de los calvinistas.

    1. Avatar de Desconocido Anónimo

      No sé quién dijo que el hombre es «un títere sin voluntad». En todo caso, si así le parece, vaya a reprocharle a santo Tomás y al tomismo eso que menciona (quienes, sin duda, nunca dijeron que el hombre es un títere sin voluntad y estuvieron bien lejos del calvinismo).

  9. Avatar de Desconocido Anónimo

    Estimado G. Marivs:

    Mi postura es la tomista y de ella no me salgo, de modo que estoy bien lejos de cualquier tipo de calvinismo o neocalvinismo, como distan la verdad y el error.

    1. La Controversia «De auxiliis» no fue zanjada por una definición magisterial: de acuerdo. Eso no significa que no haya sido resuelta. En todo caso, es obvio que las dos posiciones no pueden ser in toto igualmente válidas, verdaderas, so pena de atentar contra el principio de no contradicción y caer en cierto relativismo. Si al fin es una cuestión que se puede resolver en gran medida a partir de sus presupuestos metafísicos (como el absurdo de la ciencia media y del ser determinado del Acto puro), como con razón sostuvieron ya Báñez y Lemos, entonces tampoco hace falta una declaración magisterial para tachar con razón de erróneo al molinismo. Y en cuanto es un error cercano al pelagianismo, pues tampoco se infringe esa normativa de Paulo V a la que Ud. alude al decir que determinados herejes miren con simpatía cierta doctrina. Aunque, sin embargo, no parece estar claro que esa normativa siga rigiendo, toda vez que nunca llegó el juicio magisterial que se supone habría de darse al respecto. ¿Llegará? Pues no parece. Desde hace un buen tiempo los «teólogos» andan ocupados, en general y en el mejor de los casos, en más pedestres cuestiones.

    2. Lejos del tomismo el quietismo. Pero también lejos de la verdad y del tomismo el conceder a la sola creatura (o principalmente a ella) el buen uso o el buen efecto de la gracia. Ahora bien, si la gracia es una e igualmente concedida a los que de hecho la usarán bien (i.e., obrarán la obra saludable) y a los que no la usarán (i.e., no obrarán la obra saludable), entonces parece que allí será la creatura la que decidirá últimamente por sí sola el buen efecto y determinará la gracia. Por el contrario, es porque ha sido más amado por Dios y porque se le ha concedido el buen obrar de hecho por gracia por lo que ese tal obró bien. Los mejores son más amados por Dios. Los que obran bien son mejores. El buen obrar es un bien. Todo ello es producido por Dios. Y Dios produce también el modo libre del buen obrar libre.

    3. Niego. Fíjese que la gracia santificante habitual es en sí misma distinta de la gracia santificante actual, como difieren un hábito, que es permanente, de una moción, que es transeúnte. Asimismo, las gracias gratis datae son en sí también distintas de la gracia santificante habitual. Y así como difieren realmente la potencia del acto, difieren la gracia suficiente y la eficaz.

    4. Guárdeselo para un calvinista. Y lo que sigue también.

    Contra usted. Ud. dice: «Lo que me ocurre es que no termino de convencerme sobre que haya «dos maneras de escoger» que tendría Dios. En todo caso, es al revés: hay dos actitudes arquetípicas en las que el hombre puede situarse frente a la única gracia divina: el  y el no. Hay un magnetismo de lo múltiple disperso que reconduce hacia la Unidad trascendente, y esa fuerza puede verificarse por diversos medios y a distintas distancias, pero es una. No hay dos o tres o más gracias: cualquier distinción conceptual a la gracia divina es solo una manera de hablar humana fundada racionalmente en atención a los efectos que produce (suficiente, eficaz, actual, habitual, sacramental, sanante, elevante, etc.). En realidad, la gracia es una sola».

    Es sencillo. Según su planteo, la gracia es una. Supongamos que es dada a dos personas. En una se produce el efecto saludable (el buen obrar), mientras que en la otra, no (peca). No nos situamos en el plano de la creatura: claro que ella obra. La pregunta es: ¿ese buen obrar suyo (en el primer caso) es producido por la gracia o no? Si no, vamos camino al pelagianismo (si no estamos ya en él). Sí, es producido por la gracia. Entonces esa gracia, a diferencia de la otra, confiere el buen obrar. Ergo difiere de la primera en sí, como la capacidad difiere de la actualidad. En cuanto que confiere el buen obrar es dada por Dios. Y es Dios el que decide dar una gracia que confiere el buen obrar. No es el «sí» de la creatura el que determina últimamente el buen obrar: ya que ese «sí» no puede sino ser producido también por la gracia divina, so pena de atribuir a la sola creatura algo de lo mejor que tiene: su mismo buen obrar. Dios elige gratuitamente a sus elegidos. Y les da la gracia por la que se salvarán ciertísimamente, como decía san Agustín: ni uno solo se perderá de aquellos cuyos nombres ya están escritos. El «sí» es efecto de la gracia. Pero si una gracia produce el «sí» no es por el «sí» de la creatura, sino porque difiere en sí de la que no produce el «sí». Nada puede resistir a la Voluntad consecuente del Omnipotente, quien causa incluso el mismo modo de ser libre de nuestros actos libres. Esto es puro tomismo. Calculo que Ud. no rechazará la distinción real entre un hábito, una moción y un acto u operación, ni entre la potencia y el acto.

    Cordial saludo.

    In Domino.

    1. Avatar de Desconocido Anónimo

      Fuente Q

      Pero….así están las cosas, y ahora qué inventamos ?

      . Copio y Pego.

      «Sobre la secularización en Europa, resaltó la urgencia de una «nueva evangelización» para sociedades que han perdido el contacto con la fe cristiana. Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 40% de los españoles ya no se identifica con ninguna religión, una cifra que alcanza el 57% entre los jóvenes. Ante esta situación, Koch reiteró que la evangelización debe ser la prioridad pastoral de la Iglesia.»

    2. Avatar de cinissum G. MARIVS

      Estimado, le agradezco sinceramente por haberse tomado el trabajo de responder puntillosamente. Descarto mi sospecha inicial de un hipotético calvinista y le ofrezco mi respeto por haber definido positivamente su postura. Aprovecho para disculparme por mi tono sobresaltado al principio, aunque Ud. deberá comprender que la acusación de herejía no es cualquier cosa ligera. Lo exhorto a dejar de lado el tono categórico, pues, insisto, la cuestión no está resuelta. Apelo a la autoridad de los Padres para ello, como le mostraré en seguida.

      Si usted me lo concede, diré que esta discusión debe situarse en el plano de los conceptos filosóficos, dejando fuera de la disputa acusaciones como la de herejía y calificativos odiosos como los que citó de Báñez. Dicho lo cual, aviso que a mí no me interesa formalmente estar de acuerdo con Santo Tomás, sino sólo con la fe de la Iglesia. La cual, respecto del particular, no nos ha revelado nada en concreto. Por lo tanto, Ud. es libre de apelar a Santo Tomás y valerse del instrumental categoremático que desee. Lo que no puede es demandar que otros nos ajustemos a él como si se tratare de un calco de la realidad. Lo prevengo de acusarme de relativista: la lógica es una máquina que puede encontrar fácilmente contradicciones y absurdos donde quiera. Todo el asunto radica en las definiciones. ¿Querrá definir la gracia? De nuevo, ¿querrá de-finir la in-finita gracia divina? En los misterios divinos solo balbucimos.

      Decía que es el testimonio patrístico al cual yo apelo, y no lo hago en nombre de un relativismo. Concuerdo en que el ppio. de no contradicción ha de ser salvado, mas usted deberá acordar conmigo en que ni la tradición de la Iglesia ni el Magisterio se han expresado unánimemente en favor de la posición del P. Báñez. Sus calificativos contra el molinismo están demás.

      Ahora iré por partes, correspondiendo a su delicadeza de concederme hablar de esta manera.

      1ro. La definición magisterial no llegó. Eso también cabría dentro de la predestinación en los términos absolutos que Ud. sugiere, y, por tanto habrá que aceptarlo así. ¿No querrá decir algo eso? Pues uno bien podría inclinarse a creer que no llega la definición porque los fieles no estamos llamados a entrar en esa clase de sutilezas. Decreto eterno. Ahora bien, si esto es así, entonces cantar victoria en favor de uno de los partidos contradiría el decreto que determinó desde la eternidad la falta de una definición. Temblaría ante esa perspectiva. Así y todo, reconozco que de motivos por los cuales no se haya llegado a una definición tenemos para tomar grandes cantidades de café.

      2do. Usted quiere defender esta proposición:

      «Lejos de la verdad (…) el conceder a la sola creatura (o principalmente a ella) el buen uso o el buen efecto de la gracia».

      Yo he insistido anteriormente en pedir una prueba deductiva de cómo es que de mis palabras se infiere que Pelagio podría sonreír ante lo que he dicho, puesto que esta misma proposición que Ud. ha enunciado yo la tengo por verdadera. Y, aún así, sigo sosteniendo que la gracia es una como que hay dos maneras de responder el hombre a la obra del tres veces Santo. Mi posición es decididamente molinista, por los motivos que he aducido antes de la simplicidad y bondad divina que me inclinan a adoptar esa opinión teológica.

      3ro. Y yo reafirmo. ¿Qué es la gracia sino un efecto de la inhabitación divina en el alma? ¿Y qué es la inhabitación divina sino Dios mismo actuando? ¿Difiere Dios de su acción? No, según el atributo de la simplicidad, como puede ver en Santo Tomás (cfr. aquí). Más importante que todo, es doctrina muy anterior al Santo de Aquino, que puede considerarse tradicional.

      4to. Usted, hasta donde puedo ver por lo escrito, ha adoptado una visión extrinsecista de la gracia divina, como si se tratara de una suerte de «cosa». Por mi parte, considero que los efectos de la gracia en la vida del hombre (al igual que su propia vida) no son una cosa, sino operaciones divinas. El testimonio de San Agustín no se lo acepto, porque no está dicho en el contexto de la disputa que nos convoca. En otro pasaje (podemos multiplicar las citas y contracitas al infinito, si quiere), dice lo siguiente:

      «No creás a Faraón sin libre voluntad porque en muchos lugares de la Sagrada Escritura leáis: “Yo endurecí a Faraón” (…) De esta manera, Dios, por su justo juicio, endureció el corazón de Faraón, y éste se endureció por su libre albedrío. (…) El Señor que a los suyos no da ahora según sus obras, entonces a cada uno le dará según sus méritos».

      Sobre la gracia y el libre albedrío, 43.

      El «sí» es producto de la gracia, efectivamente, que ha sido prevista por la ciencia media que contempla la totalidad de los escenarios de condición de la creatura.

      Agrego: Ud. puede considerar como un horror la ciencia media, pero entonces deberá explicar, primero, cómo la imagen del Altísimo que se deduce de su opinión teológica no se torna monstruosa. Y, segundo, cómo es que, en tal caso, Dios mismo no se pondría en contradicción con sigo mismo (!) por predestinar creaturas que… ¡Se rebelarían por su propio decreto contra Él!

      Alguna vez Tolstoi dijo que la unilateralidad es la causa de la infelicidad humana. Mutatis mutandis, habría que señalar algo parecido en el caso de quienes quieren subrayar un atributo divino por sobre otros, o bien quieren aferrarse a una escuela de pensamiento más que a la naturaleza del objeto en cuestión. Pretender haber encontrado la respuesta definitiva a este misterio es afirmar que se ha hecho caber al Inconmensurable en nuestro limitadísimo entendimiento, o incluso pretender hacer del misterio un enigma soluble. Por favor, no tome mis palabras como una burda parénesis. Soy seglar, así que no me corresponde predicarle cosa alguna. Doy por sentado que escribe de buena fe, pero creo que está queriendo darle a la escuela tomista una entidad que no posee. Me remito a la primera intervención, si acaso fue suya, cuando acusó ilegítimamente de herética mi intervención. Ud. (o quién hubiera sido) se situó definidamente en el terreno de la teología, y no en el de la filosofía al hablar del «estado de la teología» y al deslizar la sugerencia de que fuera un hereje. Su comentario sobre la lógica fue mucho más reciente.

      Por último, me he tomado el trabajo de buscar algunos testimonios patrísticos que hasta podrían ser llamados premolinistas. No los traigo como autoridades que han resuelto el asunto, sino tan solo para que vea que estamos ante un misterio en donde autoridades de peso han escrito en sentido opuesto al que Ud. propone.

      «“¿Por qué, pues, Señor», le pregunté, “no se arrepintieron todos?”. “A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia y maldad, que intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre”».
      —Hermas, El pastor, octava parábola, VI.

      «Para que no tengáis pretexto diciendo que era necesario que Cristo fuera crucificado y que hubiera en vuestro pueblo transgresores de la ley y que no podía ser de otra manera, me adelantaré a decir brevemente que Dios, queriendo que ángeles y hombres siguieran su voluntad, determinó crearlos libres para practicar el bien, dotados de razón para conocer de dónde vienen y a quién deben el ser que antes no tenían, y les impuso una ley por la que han de ser juzgados, si no obran conforme a la recta razón. Luego, por culpa propia seremos convictos de haber sido malos, hombres y ángeles, si no nos arrepentimos. Y si la Palabra de Dios anuncia absolutamente que han de ser castigados algunos ángeles y hombres, eso se predice porque Él de antemano conoció que serían malos y no se arrepentirían, pero no porque Dios mismo los hiciera así.
      —San Justino, Diálogo con el judío Trifón, 141.

      «Mas si rehúsas creer y huyes de sus manos, la culpa de tu imperfección recaerá en tu desobediencia y no en aquel que te llamó: él mandó a quien convocara a su boda: quienes no obedecieron, por su culpa se privaron de su cena regia (Mt 22,3). A Dios no le falta el arte, siendo capaz de sacar de las piedras hijos de Abraham (Mt 3,9; Lc 3,8); pero aquel que no se somete a tal arte, es causa de su propia imperfección. Es como la luz: no falta porque algunos se hayan cegado, sino que la luz sigue brillando, y los que se han cegado viven en la oscuridad por su culpa. Ni la luz obliga por la fuerza a nadie, así como Dios a nadie somete por imposición a su arte. Aquellos, pues, que se han apartado de la luz del Padre transgrediendo la ley de la libertad, se han alejado por su culpa, pues se les concedió la libertad y el libre albedrío. *** Dios, que de antemano conoce todas las cosas, preparó para unos y para otros sendas moradas: con toda bondad otorga la luz de la incorrupción a aquellos que la buscan; en cambio aparta de sí a quienes la desprecian y rechazan, huyendo por su cuenta y cegándose. Para quienes repudian la luz y escapan de él, ha preparado las tinieblas correspondientes, a las que los entregará como justo castigo. Sujetarse a Dios es el descanso eterno. Por eso quienes huyen de la luz tendrán un puesto digno de su fuga, y quienes huyen del descanso eterno también tendrán la morada que merecen los desertores. En Dios todo es bien, y por eso quienes por propia decisión huyen de Dios, a sí mismos se defraudan y privan de sus bienes. Y por ello quienes a sí mismos se han defraudado en cuanto a los bienes de Dios, en consecuencia caerán en su justo juicio. Quienes se escapan del descanso, justamente vivirán en su castigo, y quienes huyeron de la luz vivirán en tinieblas. Así como sucede con la luz de este mundo: quienes se fugan de ella, por sí mismos se esclavizan a la obscuridad, de manera que es su propia culpa si quedan privados de la luz y deben habitar en las sombras de la noche. La luz no es la causa de ese modo de vivir, como antes dijimos. De igual modo, quienes evaden la luz eterna que contiene en sí todos los bienes, por su propia culpa vivirán en las tinieblas eternas, privados de todo bien, pues ellos mismos han construido su propio tipo de morada».
      —San Ireneo, Contra las herejías, 4.10 (39-40).

      «Después, refiriéndose al Padre, añade: Para quienes ha sido dispuesto; así, manifiesta también que el Padre no solía transigir a las peticiones, sino a los méritos, porque Dios no hace acepción de personas. Por eso dice el Apóstol: Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó. En efecto, no los predestinó antes de conocerlos, sino que predestinó los premios de quienes conoció de antemano los méritos».
      —San Ambrosio, Sobre la fe V, 6.82

      «VERS 3. Beatus quem elegisti et assumpsisti, ut inhabitet in tabernaculis tuis. Omnis quidem caro veniet, id est, ex omni hominum genere congregamur: sed beatus est quisquis fuerit electu. Multi enim secundum Evangelium vocati sunt, sed pauci electi. Electi autem sunt nuptiali veste conspicui, puro atque integro novae nativitatis corpore splendidi. Itaque non res indiscreto judicii electio est: sed ex meriti delectu facta discretio est. Beatus ergo quem elegit Deus: beatus ob id, quia electione sit dignus. Scire autem nos convenit, hic beatus in quam rem fuerit electus, scilicet ad id quod sequitur: Inhabitabit in tabernaculis tuis».
      —San Hilario de Poitiers, Tractatus in Ps. LXIV, 5 (185), en Migne, serie latina, t. 9, p. 416.

      Bastante molinistas salieron los Santos Padres en mi despreciable opinión.

      U.I.O.G.D.

  10. Avatar de Desconocido Anónimo

    Quiero acotar a lo de G. Marivs que los «paganos» modernos, en general hombres muy blanco del norte de Europa, con fascinación pesudonazi por lo ario/indoeuropeo, que escuchan metal y se adornan con runas vikingas, que pretenden practicar una religión nativa a Europa (en oposición al cristianismo), en realidad son ateos. Para que fueran paganos de verdad, deberían creer que Odin, Thor o Zeus causan al trueno, o que hay dioses que de verdad viven en el monte Olimpo, y ninfas en los ríos, pero ninguno de ellos cree en eso, sino que al contrario conocen y aceptan las causas físicas y naturales de esos fenómenos.

    Es una forma de ateísmo etnocéntrico, nacionalista y racista, en el que los hombres crean a los dioses como un símbolo nacional. Precisamente, lo que hayan más inaceptable del Cristianismo, es que Jesucristo haya sido un judío.

    Hace 200 años que los occidentales culpan a cristianismo por los problemas que empezaron a tener cuando abandonaron al cristianismo.

    Un derechista puede decir que el wokismo desciende del cristianismo, como si se tratara de un cristianismo secularizado en el que conceptos como la igualdad del hombre ante Dios, la dignidad del hombre, la solidaridad, caridad, compasión se volvieron locos, y hablar de la moral de esclavos nietzscheana todo lo que quiera. Pero cuando el cristianismo gobernaba occidente, la sociedad era jerárquica con una clase noble, y los verdugos de todos los pueblos y ciudades ejecutaban al 1-2% de la población masculina (actividad que llevaron a cabo por siglos).

  11. Avatar de Desconocido Anónimo

    Agrego algo, estimado Andrés: en el siguiente escrito se puede apreciar cómo la interpretación del segundo y definitivo san Agustín, que es la del propio santo Tomás, del milenio del Apocalipsis (interpretación de la que se aparta expresamente Castellani con injustas expresiones de menosprecio hacia el Doctor de la gracia) corresponde al sentido literal de la SE. Al final del mismo se puede ver lo que dice santo Tomás al respecto. Es este: https://www.academia.edu/83034085/Los_sentidos_de_la_Sagrada_Escritura.

    1. Avatar de cinissum G. MARIVS

      Federico: su señalamiento es correcto en cuanto a Molina/Mariana. Si el error no le impidió seguir leyendo lo demás, habrá notado que luego escribí también «molinistas».

      Por favor, no confunda las opiniones teológicas de la escuela tomista con la doctrina oficial de la Iglesia católica. Recuerdo que esto comenzó con un anónimo asociando odiosamente mi observación al artículo del Card. Ratzinger a la herejía pelagiana. Por más autoridad que posea el santo doctor, ella no se transmite a los cultores posteriores, ni convierte a su propia doctrina en doctrina a la que deba prestarse asentimiento de fe divina y católica.

      Lamento que mi solicitud ante el primer anónimo continúe sin respuesta. Hubiera sido útil y edificante. Agradezco la bibliografía. Le dedicaré un atenta meditación, salvado lo suso dicho.

      Saludos.

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Estimado G. Marivs:

        Respecto de esto que dice: «no confunda las opiniones teológicas de la escuela tomista con la doctrina oficial de la Iglesia católica», cabe señalar lo siguiente. Sin duda que, mientras una doctrina no esté formalmente definida por la Iglesia Católica, no parece que pueda sostenerse que ella sea doctrina oficial de la misma en sentido formal. Lo que ocurre es que sí se puede mostrar que es errónea, incluso si no claramente en sí misma en su expresión, a lo menos en cuanto implica lógicamente algún error. Y si tal error es contrario a la doctrina católica, no es ilícito en manera alguna mostrar que tal doctrina, en cuanto implica lógicamente tal error, viene a ser contraria a la doctrina católica. Si así no fuera, los teólogos nunca podrían haber combatido lícitamente como errores contrarios a la doctrina católica determinadas posiciones que más bien fueron condenadas luego de su trabajo teológico (y, en gran medida, gracias al mismo). Por ejemplo, el luego llamado «semipelagianismo», contra el cual san Agustín escribió dos de sus últimas obras sobre la gracia, como sabrá (De praedestinatione sanctorum [si se lee la Carta de S. Próspero de Aquitania pidiéndole al Africano que aclare la cuestión, {«adde eruditionem humilibus, adde increpationem superbis«!}, y que motivó esta obra agustiniana {es la Carta 225 int. aug.}, no se puede no reconocer el parecido con el molinismo por parte de los nuevos enemigos de la gracia…] y De dono perseverantiae) recién fue formalmente condenado (y así fueron sancionadas las obras referidas del Doctor de la gracia) en el II Concilio de Orange, en el año 529. Y sí que estuvo bien el Águila de Hipona al criticar y condenar firmemente como contraria a la doctrina católica la posición de los llamados luego «semipelagianos» (nada menos que S. Juan Casiano, grande por otros capítulos, estaba en esa línea, si bien moderadamente). La cuestión está en que el tomismo, fundado en san Agustín y en santo Tomás, siempre ha visto en el molinismo, con razón, un atentado contra la doctrina católica, a lo menos en sus implicancias. De allí su tenaz y santa lucha contra el mismo y las fuertes expresiones que emplearon en su combate. Y así el mismo docto P. Báñez se refería a la supuesta Concordia… de Molina como a una «blasfema discordia» y en una carta al Sumo Pontífice Clemente VIII calificaba al molinismo como «inficionado de las reliquias de los pelagianos», que «abre la vía de la soberbia satánica» y «destruye la humildad cristiana».

        Dios lo bendiga.

        F.

  12. Avatar de Desconocido Anónimo

    Según mi modesto entender, Ratzinger, propone un modo de ser al cristiano de fe (pocos) como testigo de Cristo frente al neo-pagano (muchos). Entiendo por pagano no al ateo sino al hombre de una creencia oscura y confusa debido a una visión del universo no iluminada por la revelación. De tal modo que como esto se da aún en el seno del cristianismo, ya sea por sincretismo o falso testimonio de fe, se antepone el «neo». Y, así como Cristo es el Testigo del Padre ante los paganos para su salvación, del mismo modo el Cristiano de Fe verdadera a de ser testigo frente al neo-pagano para su salvación.

    Staret.

  13. Avatar de Desconocido Anónimo

    Estimado Andrés:

    Voy ahora a su comentario de las 20.39.

    «Eligen ser fieles por haber sido elegidos, y son elegidos por elegir ser fieles».

    La prioridad causal está en la elección divina: pues la creatura no puede determinar al Creador. Si la causa de que sean elegidos, en el sentido de predestinados, es su buen obrar, se estaría subvirtiendo el orden.

    «Eso de que «Dios predetermina el buen uso del libre albedrío, etc.» no está bien dicho».

    Sí que está bien dicho. La noción de predeterminación es de santo Tomás y de la escuela tomista. Vea aquí una buena exposición por parte del P. N. del Prado, O.P.: https://www.academia.edu/122490480/_Dios_predetermina_el_buen_uso_del_libre_arbitrio_creado_N_del_Prado_O_P_.

    Claro que soy católico, Dei gratia, y no hago sino seguir a santo Tomás y a su escuela. Recuerde que ya los molinistas emplearon ese falaz recurso de la «reductio ad Calvinum». Vid. https://www.academia.edu/125024867/Les_thomistes_sont_ils_calvinistes_La_reductio_ad_Calvinum_dans_les_d%C3%A9bats_catholiques_sur_la_gr%C3%A2ce

    En cuanto al milenarismo del P. Castellani, lo que dije es que no siguió a santo Tomás. Pero la cuestión es todavía más interesante. Vid. https://www.academia.edu/76878794/El_Reino_de_mil_a%C3%B1os_Ap_20_1_10_Aportes_para_su_interpretaci%C3%B3n_Mons_M_A_Barriola_

    En cuanto a los sentidos de la SE, claro que la interpretación del milenio del Ap. por parte del segundo san Agustín y de santo Tomás es literal.

    El Señor lo bendiga.

    F.M.

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      Pues disculpe usted, pero eso de que «La noción de predeterminación es de santo Tomás» no queda ni de cerca probado con el artículo que comparte al efecto.

      Para empezar, no cita ni un solo pasaje de Santo Tomás (ni de San Agustín) donde se dé la peculiar definición de «Predeterminación» o «predefinición» que el autor asume (o inventa).

      Y, francamente, no creo que ni uno ni otro Santos hayan enseñado ninguna forma de determinismo (con o sin «pre»).

      Porque así como lo pone el artículo parece muy lindo y académico, pero si hay algunos «predeterminados» a la salvación, luego los otros están «predefinidos» a la condenación, pues nada pueden hacer que les valga si no entraron en el «decreto» divino… ¿eso no es la predestinación calvinista?

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Pues vaya a leer el Comentario de santo Tomás al De divinis nominibus del pseudo Dionisio y allí encontrará hasta el término: todo está predeterminado por Dios según el Aquinate.

        De san Agustín puede leer sus varias obras sobre la gracia.

        A lo último, pues no. A no ser que diga que santo Tomás era calvinista. El problema es que muchos no se dan cuenta de que piensan como molinistas. Relea la q. 23 de la prima pars, sobre la predestinación.

    2. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      En cuanto al milenarismo (y particularmente al p. Castellani, quien, ya le digo, dijo que él no era milenista, precisamente por no poder insertar el pasaje de Gog y Magog, por lo cual, aunque le pareciera la mejor interpretación, no la propone nunca como única ni exclusiva), qué le puedo decir, es decepcionante el texto de Mons. Barriola, pues él mismo incurre en la deshonestidad (interpretativa) que le achaca a Castellani.

      Por dar sólo dos ejemplos, no menciona a Cerinto en su racconto del milenismo, desprecia sin más la distinción entre milenismo espiritual y carnal, y tampoco dice nada de la regla de la recapitulación (que aparece en San Agustín, entre otros).

      Pero en fin, tampoco es el tema de este post.

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Ah, como el P. Castellani dijo que no era milenarista pues entonces no lo es. Claro. El argumento es contundente. Muchos herejes negaron que lo fueran. Ergo, no son herejes.

        Y sus «argumentos» para descartar el artículo de Mons. Barriola no se quedan atrás. Calculo que se referirá Ud. al mismo san Agustín del que se aparta Castellani y al que menosprecia, ¿no?

        En cuanto a san Agustín y santo Tomás, conviene que reserve el «creer» a la fe sobrenatural. Respecto de ellos, hay que ir a sus escritos. Cuando lo haga, verá que lo de del Prado no hace sino expresar lo que ellos sostienen.

        ¿Y qué pasó con eso que decía, de que «se anularía el libre albedrío si Dios hace que la creatura haga tal o cual cosa»?

        Ahí el tomismo también es fiel a san Agustín y a santo Tomás. Me hace reír esto: «De nada sirve leer a Santo Tomás si no se razona bien». Bueno, alguno parece que ni lo ha leído… Conviene comenzar por ahí. Y le vuelvo a recordar la q. 23. Ahí encontrará, entre otras interesantes cosas, la respuesta a si es o no la predestinación calvinista.

  14. Avatar de Desconocido Anónimo

    Estimado Andrés:

    Respondo a su comentario de las 20.44.

    «Non tamen hoc est de necessitate libertatis, quod sit prima causa sui id quod liberum est, sicut nec ad hoc quod aliquid sit causa alterius, requiritur quod sit prima causa eius. Deus igitur est prima causa movens et naturales causas et voluntarias. Et sicut naturalibus causis, movendo eas, non aufert quin actus earum sint naturales; ita movendo causas voluntarias, non aufert quin actiones earum sint voluntariae, sed potius hoc in eis facit, operatur enim in unoquoque secundum eius proprietatem» (S. Th., I, q. 83, a. 1, ad 3).

    Claro que Dios hace, facit, que las creaturas obren bien cuando así lo hacen. Pero, por supuesto, no anula ni en nada menoscaba el libre arbitrio, tratándose de actos libres.

    Si no se distingue la gracia suficiente de la eficaz sino por el efecto, entonces se cae, de facto, en el molinismo. (Tampoco puede decirse que una realidad de orden habitual coincide con una de orden actual: es de básica Filosofía). Y aprovecho para decir, en lo que hace a otro comentario, que no fue «Mariana» sino Luis de Molina el cabecilla de esta doctrina errónea (si bien se remonta por lo menos a Orígenes y a los luego llamados semipelagianos). Que algo no haya sido condenado no lo exonera de suyo de todo error.

    Un cordial saludo y que el Señor lo bendiga.

    Federico Ma.

  15. Avatar de Desconocido Anónimo

    Al Anónimo de las 17:58:

    No logro identificar cuál es su postura. Lo que sí me doy cuenta, es de que últimamente ha proliferado en Internet un neocalvinismo insoportable, a propósito (quizás) de la actividad divulgativa del Prof. Ramos. Ignoro si Ud. habrá salido de allí, pero no deja de serme llamativo.

    Vamos en orden (disculpe el escrúpulo, pero se ramifican los temas).

    1ro. La cuestión «De auxiliis» no fue resuelta. Tanto la escuela tomista de Bañez como la jesuítica de Mariana fueron licenciadas para continuar con sus investigaciones. En lo que sí la autoridad petrina intervino fue en guardar la caridad entre las partes, impidiendo que unos acusaran a otros de herejes (1602). Algo que, por cierto, usted deslizó en su primera respuesta.

    2do. Sí está condenada la herejía del quietismo, de acuerdo con la cual la voluntad humana no habría de intervenir en absoluto pues arruinaría la acción divina.

    3ro. Las distinciones en la gracia son, según he dicho, de tipo racional. Las introducimos los hombres en nuestro intento a tientas y balbuciente por hablar de los misterios inefables del Señor. En su esencia, la gracia una, según la simplicidad, que es atributo divino. Los efectos por ella producidos son de diverso tipo y se agrupan bajo criterios distintos según sea el objeto formal al que se atienda, como ocurre en el caso de los llamados vivos y muertos en el caso de los sacramentos.

    4to. Negar el papel de la voluntad humana en la obra redentora conduciría a absurdos insoportables y ofensivos contra el divino nombre del Señor, otro de cuyos atributos es la bondad. Verbigracia: concebir al Soberano como un déspota caprichoso y arbitrario que somete oscuramente a algunas de sus creaturas a una eternidad de padecimientos horribles. ¿Usted cree en eso? Allá usted, pero no venga a afirmar que ello sea doctrina común de la Iglesia. Lo que podemos discutir es cómo entender el concurso de la libertad humana en cuanto causa segunda en la obra redentora de Cristo que es causa primaria de nuestra salvación. Puedo compartir con Ud. el celo en afirmar la absoluta primacía del Señor en la obra gratuita de salvación. Pero recuerde que mejor se expresa la omnipotencia divina en haber creado una creatura racional que, como agente libre, participa de la obra divina en cuanto imagen suya (y no, por cierto, de modo independiente) mucho más que un mecanismo para el cual no se explicaría el drama que suscita la historia de la salvación.

    5to. ¿Estamos predestinados? Sí. ¿Somos libres? También. Las opiniones teológicas se dividen en si el decreto de la predestinación es absoluto o hipotético con atención a los méritos de la libre voluntad. Esto último es la posición de los molinistas, que apelan a la «ciencia media». Son opiniones que pueden sostenerse, la Iglesia no ha definido nada allí de manera definitiva. En un sentido muy amplio, también las potencias humanas son gracias en cuanto creaturas que el Hacedor trajo a la existencia no por necesidad sino por libérrimo designio, según aquello de San Pablo de que «en Dios somos, nos movemos y existimos», pero, de nuevo, mejor se expresa la omnipotencia de Dios en un agente que pueda asentir o no a su Señor, antes que una máquina sólo en apariencia libre. ¿En resumen? Esto: «El que cree estar en pie, mire no caiga» (1 Cor 10, 12) y «trabajad con temor y temblor por vuestra salvación» (Flp 2, 12).

    Contra Ud.: ¿Por qué el «sí» se sustraería a la gracia? Quiero decir, no he afirmado eso en ningún momento. Puede quedarse tranquilo de que yo no soy un opositor ni a la omnipotencia divina ni a su imperio sobre toda la creación. Ahora bien, ¿Cómo explica que el Verbo haya querido encarnarse, haberse hecho el último de todos, soportar los escarnios de su Pasión y revelarse progresivamente en la historia, acomodándose en todo al gradual entendimiento de Israel primero, y de los apóstoles después, en lugar de salvar simplemente con un acto inmediato? ¿No le parece un motivo bastante sugerente de la obra divina en favor del la libre aceptación por parte del hombre de la gracia divina?

    La insistencia celosa que muchos tienen en resaltar la omnipotencia divina a veces tiene más de necesidad humana que de luz sobrenatural de la fe. Me parece que hay que ser muy temeroso de Dios en lugar de pretender entrar en misterios que están harto más allá de nuestro límite. El estado de la cuestión está irresuelto, y yo no pretenderé ir más allá de mis irrisorias posibilidades. En lo que sí le insisto es en pedirle una vez más que demuestre deductivamente en qué parte de mis palabras existe alguna clase de pelagianismo. Estaré gustoso de darle la razón y llamarme al silencio, si me enseña la sabiduría de que dispone.

    —G. MARIVS

  16. Avatar de Catholicus heroic453822cd7c

    «En realidad, la gracia es una sola».

    Afirmaciones como esa (y lo que la antecede) dan testimonio de la gran crisis teológica y de la gran falta que hace santo Tomás en estos tiempos.

    Nótese, por ejemplo, esto: «En todo caso, es al revés: hay dos actitudes arquetípicas en las que el hombre puede situarse frente a la única gracia divina: el  y el no«.

    Así la salvación dependería del hombre más bien que de Dios. Despidámonos de la doctrina católica de la predestinación. Pelagio, Celestio y Juliano de Eclana sonríen…

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      No se ve por qué esa proposición que usted cita llevaría a que la salvación dependiera del hombre más bien que de Dios.

      ¿Quiere usted decir que el hombre no hace absolutamente nada de nada?

      La Sagrada Escritura repite muchas veces el tema de «pongo ante ti la vida y la muerte, elige la vida, y vivirás», etc.

      Da la impresión de que usted lee buscando qué criticar, y claro, siempre es fácil decir «hace falta Santo Tomás», pero no se da ningún argumento desde Santo Tomás…

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Nada puede hacer de bueno la creatura que no le dé Dios que lo haga. Ergo, no puede ser que la gracia sea única y dependa del sí de la creatura su buen efecto. El mismo consentimiento libre es Dios el que hace que la creatura lo haga.

      2. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

        «Nada puede hacer de bueno la creatura que no le dé Dios que lo haga.» Sin problemas, negar eso sería voluntarismo.

        «Ergo, no puede ser que la gracia sea única…» Non sequitur. ¿Por qué no podría ser «única» la gracia? Queda por explicar.

        «…y dependa del sí de la creatura su buen efecto.» Pues vea, es que sí, aunque ese mismo «sí» de la creatura sea una gracia. De lo contrario, habría que decir que todos los que comulgan en estado de gracia dan frutos perfectos del mismo modo, o ¿qué hacemos con los «grados de gloria»? Y muchas otras cosas.

        «El mismo consentimiento libre es Dios el que hace que la creatura lo haga.» Eso anularía el libre albedrío, si Dios HACE que la creatura haga tal o cual cosa. La gracia no funciona así.

      3. Avatar de Desconocido Anónimo

        Además de lo otro que ya le respondí, va otro texto de santo Tomás; tolle lege:

        «Deus sic dirigit hominem quod non cogit eum, sed facit eum recte et eligere bonum, et id quod est Dei. Phil. 2: qui operatur in nobis et velle et perficere» (In Ps. 36, 17).

    2. Avatar de Desconocido Anónimo

      Espero que haya leído la Suma de cabo a rabo, numerosas veces, y en franco espíritu de oración, para apelar a la autoridad del Aquinate.

      Presuntos tomistas… a veces me hago la idea de que por su causa el Santo de Aquino quiso prender fuego su magna obra. Así no les diera ocasión de ser tan mequetrefes como infantes en discusiones de los adultos.

      Vid. St. Th. I-II, q. 111, a. 2. ad 4; también q. 111, a. 3, corpus y ad 2. Son las formulaciones clásicas de cómo la gracia se distingue según su efecto.

      Si es tan guapo para decir lo que dijo, demuestre deductivamente, y sin añadir presupuestos ajenos a mis palabras, de qué modo ellas conducen a las herejías que Ud. sugirió. O bien, contenga su impulso y pida al Eterno el temor de Dios.

      —G. MARIVS

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        No consta que santo Tomás haya querido quemar su Summa Theologiae.

        No lo dude, de cabo a rabo la tengo leída, y más de una vez. Pero parece que usted no leyó ni siquiera el corpus del a. 2 de la q. 111 de la I-II. ¿La gracia es una sola? En las referencias que da se habla sólo de dos subdivisiones de la gracia. La gracia habitual no puede ser una con la gracia actual, ni la gracia eficaz ser una con la suficiente sin caer en mayúsculos absurdos.

        El problema está en que si se dice que la gracia es única y que lo que define si llega o no a efecto es el «sí» o el «no» de la creatura, entonces dicho «sí» se sustraería a la gracia. Allí la salvación dependería, al final, de la creatura. Pero nada bueno puede hacer la creatura que no le sea dado por Dios que lo haga, incluso el consentimiento libre a la gracia. Por eso es precisamente al revés de como dijo: Dios elige a los que quiere y el «sí» que dan sus elegidos es porque Dios los ha elegido. Relea, por ejemplo, la q. 23 de la prima pars.

      2. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

        El anónimo confunde las subdivisiones conceptuales de la gracia con la realidad de la gracia… o sea, hace que las distinciones racionales tengan fundamento in re.

        De nada sirve leer a Santo Tomás si no se razona bien.

  17. Avatar de Desconocido Anónimo

    Debo confesar que nunca entendí la metodología de la «salvación». Predestinación sí o no? por las obras o por la fe? Libre albedrío o no? Muchos o pocos? Autojustificación o gracia gratuita? Todas las respuestas son especulaciones, todas las filosofías son opinables. Jorge

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      Usted dice que nunca entendió «la metodología de la salvación»… ¿cuánto se ha preocupado por estudiar el tema seriamente? Pues menciona muchas cosas, que son de las más complejas de la doctrina católica.

      Predestinación sí, pero católica, no calvinista.

      Por la Fe y por las obras, y todo animado por la Caridad.

      Libre albedrío, cómo no.

      «Muchos o pocos», Dios lo sabe, a nosotros no nos conviene meternos en esa «matemática».

      Gracia gratuita, que no es magia.

      «Todas las filosofías son opinables», claro, pero no todas las opiniones son atendibles o siquiera inteligentes.

      No pretenda que le resuelvan sus dudas en artículos, sin esfuerzo alguno de su parte, especialmente en temas sobre los que corren ríos de tinta desde hace siglos.

  18. Avatar de Desconocido Anónimo

    Al fin los predestinados SÍ son elegidos por Dios. Mientras que los no predestinados NO son elegidos por Dios. Dios elige a unos y a otros no los elige: los primeros se salvarán, indefectiblemente; los otros no se salvarán. Esto pertenece a la doctrina católica.

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      «Dios elige a unos y a otros no los elige: los primeros se salvarán, indefectiblemente; los otros no se salvarán.»

      Sí, pero no de un modo determinista, sin importar lo que hagan (lo cual nos lleva a la paradoja de que «los elegidos son los que eligen ser fieles», como decía Castellani, aunque también es verdad que eligen ser fieles por haber sido elegidos). Es un tema delicado el de la predestinación, porque también hay formas falsas de predestinación, como la calvinista. Y muchos yerran en la consideración de la elección divina, al olvidar que Dios está por fuera o por encima del tiempo.

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        En efecto, eligen ser fieles por haber sido elegidos. Dios predetermina el buen uso del libre arbitrio que harán sus elegidos, indefectible y libremente, de modo que se salvarán, ciertísimamente. La predestinación es una doctrina católica. Si es por las tergiversaciones que se han hecho de las verdades católicas, al fin hay que ver qué cuestión no resulta «delicada». Y en cuanto al P. Castellani, como buen jesuita, no acertó en estas cuestiones, al no seguir a santo Tomás… (como tampoco lo hizo en su milenarismo, por cierto).

      2. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

        Eligen ser fieles por haber sido elegidos, y son elegidos por elegir ser fieles.

        Eso de que «Dios predetermina el buen uso del libre albedrío, etc.» no está bien dicho. Más bien Dios CONOCE (llámele «presciencia» si quiere). ¿Distingue usted la predestinación católica de la calvinista, por ejemplo? No parece.

        Por otra parte, parece dar por supuesto que Castellani erró en esas cuestiones por «ser jesuita» y «no seguir a Santo Tomás», lo cual queda por probar, porque sólo decirlo así no es serio, sobre todo si lo acusa de «milenarista» cuando él mismo dijo que NO era milenarista, y además se esforzó por explicar la cuestión acerca del milenismo.

        ¿O usted pretende que todos los que interpretan según el sentido literal son necesariamente milenaristas y por tanto condenados? Como otras veces, da la impresión de que estas críticas se hacen de oídas sin conocer al autor.

  19. Avatar de Anónimo really3921817db5

    El texto puede no ser conveniente para los tiempos que corren, a mi entender. Porque el problema, hoy en día, sigue siendo la fidelidad al depósito de la fe. Estas sutilezas teológicas dan pie a un apostolado que puede virar entre ortodoxo y heterodoxo porque, este discurso de R., especialmente la primera parte, cuaja bien en un magisterio juanpaulista y en un magisterio francisquista. Creo yo, que tenemos que apuntalar la fe de nuestros padres, la fe de siempre.

  20. Avatar de Desconocido Anónimo

    Papiro 52

    Este blog sigue siendo optimista , cree que el cristianismo en cuanto experiencia religiosa todavía habita en la Iglesia Católica y que cambiando gente y estructuras se preservara lo que queda e incrementará a futuro.

    Recientemente un teólogo alemán dice que el problema principal es la separación entre la espiritualidad y la filosofía.

  21. Avatar de Desconocido Anónimo

    Honestamente, me había desacostumbrado al estilo dialéctico de Ratzinger. Años ha que nada. Muy ingeniosa. Lo que me ocurre es que no termino de convencerme sobre que haya «dos maneras de escoger» que tendría Dios. En todo caso, es al revés: hay dos actitudes arquetípicas en las que el hombre puede situarse frente a la única gracia divina: el y el no. Hay un magnetismo de lo múltiple disperso que reconduce hacia la Unidad trascendente, y esa fuerza puede verificarse por diversos medios y a distintas distancias, pero es una. No hay dos o tres o más gracias: cualquier distinción conceptual a la gracia divina es solo una manera de hablar humana fundada racionalmente en atención a los efectos que produce (suficiente, eficaz, actual, habitual, sacramental, sanante, elevante, etc.). En realidad, la gracia es una sola.

    Típicamente, el paganismo es un locus theologicus. Vale decir, una figura que excita la reflexión creyente. Expresa el tránsito de un asentimiento natural e imperfecto hacia otro más perfecto (cuando la luz de la fe lo actualiza). Por lo tanto, el pagano no es el hombre apóstata, infiel, traidor, ateo, newage u hostil a la religión divina. En cambio, es aquel hombre «natural» (concédanme la expresión los amables lectores) en el sentido de caído, a quien no ha llegado la lluvia de la divina revelación sobrenatural, pero que conserva en su ser el anhelo de su Creador único, al que responde a tientas y a oscuras, mediante numerosas formas y muchas de ellas erradas. Al pagano hay que situarlo en la clase de hombres cuya «potencia obediencial» no está obturada por el «no» de la voluntad.

    ¿Por qué traigo esto a cuento? Porque los europeos que hoy van a fiestas electrónicas, consumen falopa, usan cristales y gustan de las orgías, las ropas, los abortos y los perfumes, no tienen nada que ver con un nuevo fenómeno pagano. El pagano no es el que rechaza a Cristo, sino el que simplemente no lo conoce. La llegada del Verbo al mundo en la plenitud de los tiempos partió la historia en dos, y, desde Él, a los hombres ya no nos queda más que acomodarnos en función de ese centro por un sí o por un no hacia su fuerza de atracción. El paganismo es un fenómeno precristiano. Lo que nosotros tenemos hoy es un fenómeno postcristiano en el que la gente rechaza directamente al Señor.

    Seguramente habra algún viejito sencillo en algún campo que pueda alegar ignorancia. No hay duda. Es algo extraordinario que no exime del orden normal. Quienes viven en la ciudad tienen más medios que nunca para enterarse de Cristo: no hay excusa. Las más de las veces, medios gratuitos o de fácil acceso. Un hippie cantando canciones de amor en la playa al atardecer y muy preocupado por el movimiento de los astros tampoco es un nuevo pagano, sino un infiel que seguramente oyó alguna vez hablar de Cristo. Lo más probable es que haya ido a escuela católica. Pero, atención, porque por más mala que haya sido su escuela católica, por lo menos el nombre sagrado de Jesús habrá aparecido alguna vez: esto debería ser suficiente para poner en acto la búsqueda de cualquier persona de buena voluntad e iniciar un camino personal hacia el centro. El caso de los aborigenistas en América tampoco cuenta, porque lo que ellos llaman «tradiciones ancestrales» son productos artificiales de antropológos franceses y alemanes. O sea, no son paganismo sino locura académica. Los verdaderos indios se hicieron cristianos. Siguieron la más honrada y común costumbre pagana: la conversión a Cristo.

    Ratzinger dice algo así como que el paganismo se instaló en la Iglesia hace 400 años. Se refiere al Renacimiento. Esa gente (Ficino, Pleton, Della Mirandola, Agripa, etc.) se habrá llamado pagana de nombre, pero lo que practicaban no era un culto a Júpiter, sino una filosofía hermética (a veces, cabalística) en donde la autorreferencia era un eje articulador de todo el alegorismo y los mensajes crípticos, resumidos en una refritura semántica de la idea del homo novus. Para la filosofía hermética, incluso las figuras paganas son extraídas de su humus original y pasan a ser resignificadas como talismanes de sabe Dios qué cosa. La tentación del «non serviam» y del «seréis como dioses» no procede de la pagana naturaleza, para ser más claros, sino de otra clase de entidad.

    Por lo demás, el paganismo en la Iglesia es más antiguo que el Renacimiento. Basta solamente pensar en los símbolos que pueblan las catedrales medievales (cf. Fulcanelli). También está la costumbre heredada de los romanos de invertir los roles sociales durante carnaval, lo que, si no estoy equivocado, incluso tenía un rito de apertura dentro de las iglesias. Qué sé yo, cosas germanas.

    Benedicto ha sido un gran Papa en materia dogmática, litúrgica y sacramental. Ahora bien, como pensador teológico particular…

    —G. MARIVS

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      Excelente, y muy aclarado. Muchas gracias.

      En efecto, hablar de «neopaganismo» sólo puede hacerse con equivocidad en cuanto a «paganismo». Es parecido a lo que hoy se llama «neonazi», que poco tiene que ver con el verdadero nacionalsocialismo (no que yo lo defienda, por otra parte)… salvo como una parodia tiene que ver con su original.

      Y tal vez ahí está la cosa: también el «neopaganismo» (desde el Renacimiento acá) es una parodia, y como tal, se ha ido haciendo cada vez más burda, absurda, desde que empezó en esa época que quisieron llamar «Renacimiento» aunque fue realmente una podredumbre (creo que Castellani tiene aquí y allá algunas palabras sobre esto).

      Pero en fin, la cosa es que este «neopaganismo» o parodia del paganismo, se ha juntado y como amalgamado (si es que no lo estuvo siempre) con las parodias de cristianismo, y digo «las» y no «la», porque el cristianismo ha sido parodiado por derecha y por izquierda, o si prefieren, tanto en el «tradismo» como en el «modernismo/progresismo»… lo mismo da, es parodia y sus frutos son también paródicos… o sea falsos. Y todo eso es el mentado «espíritu de nuestros tiempos», de lo cual estamos todos enfermos.

      Por eso bien decía Castellani, que la tarea de hoy no es convertir a los paganos en cristianos, sino a los cristianos en cristianos. Paradoja.

  22. Avatar de Desconocido Anónimo

    si , este Papa es el que pronosticó «iglesia pequeña y de servicios»

    Ahora bien , sustituir el acto de fe por las probabilidades sinodales …si hay cristianos no están en las Iglesias, no es joda.

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