Más de una vez he señalado en este blog un hecho histórico que me resulta llamativo: el numeroso grupo de intelectuales católicos que floreció en la primera mitad del siglo XX en varios ámbitos geográficos y que, con sus escritos, marcaron a varias de las siguientes generaciones. Fueron como una última llamarada, un fuego atizado por el agónico soplido del fuelle divino, cuyo calor atenuado por el paso de los años y cuya claridad, empañada por los encandilamientos del led contemporáneo, aún nos sigue instruyendo y ayudando a mantener la esperanza.
En Francia apareció León Bloy sus amigos y ahijados: Peguy, el primer Maritain y Pieter van der Meer de Walcheren. Y también Bernanos o Gustave Thibon.
En nuestro país, Castellani, Meinvielle, Gálvez, Martínez Zubiría y los intelectuales de la década del ’30 que dieron forma al fallido intento nacionalista.
Y vuelvo una y otra vez a los ingleses. Fueron muchos y brillantes, y de un espectro amplísimo. Teólogos como Newman y Knox, ensayistas como Belloc, literatos como Tolkien, Benson, Waugh o Baring, y Chesterton o Lewis, capaces de escribir grandes novelas, hagiografías, ensayos, apologías u obras de espiritualidad.
Quiero volver a Hilaire Belloc. He leído varias biografías de este personaje extraordinario, y acabo de leer la última: El viejo trueno. Biografía de Hilaire Belloc, de Joseph Pearce, publicada en 2016 por Palabra, en una excelente traducción de Bruno Moreno Ramos (puede conseguirse también en Kindle). Más allá de recomendarlo por las cualidades que siempre acompañan los libros de Pearce, el mejor biógrafo contemporáneo, en este caso aparece también destacada la faceta más humana, y por eso cercana a nosotros, de Belloc.
El viejo Belloc fue, en verdad, un trueno que, junto a Chesterton -el famoso “Chesterbelloc”-, retumbó durante los estertores de la Inglaterra victoriana y, atravesando las dos guerras mundiales, pudo asomarse y contemplar los despojos de la civilización cristiana:
“Me lamento, aquí en París, por el pasado y le digo a Peter [su hijo] que el mundo ha empeorado, pero él me asegura que es cosa de la vejez y que le sucede lo mismo a cada generación. Dice que a su generación le gusta enormemente el mundo. Libre à eux. A mí me parece que es como un jardín en el que han entrado los animales. Quizá salgan de nuevo por un orificio en el seto y podamos arreglar de nuevo las cosas, con todas las pequeñas cebollas en su pulcras hileras, y después de muchísimo tiempo, volver a tener árboles”.
“A mi juicio, en la fase actual de la historia europea, el asunto fundamental reside […] entre el cristianismo y el caos […]. Hoy podemos verlo por todas partes, como la negación activa de todo lo que ha defendido siempre la cultura occidental. La civilización (y con ello no quiero decir el cine sonoro y la comida enlatada, ni siquiera la cirugía y casas higiénicas, sino más bien toda la organización moral y artística de Europa) no tiene en sí misma la fuerza necesaria para sobrevivir. Surgió a través del cristianismo y sin él no es capaz de obtener nuestra lealtad. La pérdida de la fe en el cristianismo y la consiguiente carencia de confianza en las normas morales y sociales se han encarnado en el ideal de un Estado materialista y mecanizado […] Ya no es posible […] aceptar los beneficios de la civilización y al mismo tiempo negar la base sobrenatural”.

He leído mucho la obra de Belloc , y sus biografías y análisis de los personajes históricos son interesantísimas. La forma como describe a Napoleón , Danton, Cecil y a los Balduinos de Jerusalén, son realmente notables. Es de recomendar , para quien no lo ha leído las Grandes Herejías y su monumental Historia de Inglaterra.
Este escritor anglofrancés, es realmente notorio y desconocido por muchos.
Saludos. Guillermo A.
Lewis no era católico; aunque sí muy cercano al catolicismo. Su conversión al cristianismo se debe a su amigo, el católico Tolkien; lo que no quita a sus escritos su carácter apologista.
Se atribuye el que no diese el paso formal de hacerse católico a que él era de Belfast, la capital del Ulster (Irlanda del Norte) y allí los católicos son los enemigos ( y esto en pleno conflicto independentista con Irlanda).
Palabras proféticas sin duda; pero en cuanto al pesimismo de Fueteovejuna, pienso que muchos creían -similarmente- que la ideología de género sería imposible de erradicar, y ahí están 3 o 4 presidentes que con solo hablar con sentido común están dando una batalla política cultural (y en el fondo espiritual) que pocos esperaban. Lamentablemente hay gente tan confundida que piensa que como son un poco agresivos en sus formas, todo lo que hacen está mal, y sin embargo cierto grado de violencia es necesario cuando se niega lo evidente (v.g. «Cambio de sexo»).
Estimado anónimo
Lejos estoy de ser pesimista, al contrario, la característica del católico debe ser la alegría porque sabe que Cristo vuelve pronto. El ya ha vencido al mundo y a la muerte, la Victoria es suya. Lo que ocurre es que se está cumpliendo el Plan de Dios tal como El lo pergeñó desde antes que exista el tiempo, cosa que no todos advierten.
En cuanto a eso de que hoy hay 3 ó 4 presidentes que se animan a dar la batalla cultural -como Ud. afirma- yo fui el primero aquí en vaticinar antes del 20 de enero (asunción de Trump), que Trump y Putin tenían un pacto secreto para luchar contra la homosexualidad y la ideología de género. Y algo más, cuando Ud. también dice que esa batalla ya está ganada, todavía estamos lejos de eso. En esta patriada Trump y Putin se lanzaron contra el NOM y su gobierno en las sombras, así que la guerra será encarnizada, a tal punto, que el resultado final será tan devastador que a mi juicio precipitará la aparición del Anticristo. Si acerté con el plan secreto que Trump y Putin tenían antes del 20 de enero, creo que no debería echar en saco roto lo que le adelanto ahora.
Y una más antes del estribo, cuando Ud. dice en clara referencia a Milei que algunos de esos líderes son criticados por ser «un poco agresivos en sus formas» sin entender que a veces esa intolerancia es necesaria cuando hay gente que defiende el error como esa barbaridad de imponer el cambio de sexo, le recuerdo -por si nunca me leyó antes- que a pesar de los muchos reparos que tengo contra Milei yo igual lo voté porque es el primer presidente en el mundo que se animó a saltar en soledad a la arena de los leones para pelear contra la ideología de género mucho antes de que Trump supiera que iba a ser candidato a presidente de los EE.UU.
Fuenteovejuna
Qué acertada reseña Don Wander y qué bueno recordar hoy la semilla que plantaron aquellos grandes pensadores católicos de la primera mitad del siglo XX.
Casi un siglo después, aquellas palabras de Belloc hoy retumban como una premonición, como si encerraran una terrible profecía.
Al ver la decadencia de una civilización que ya no creía en los principios morales con los que un día la Iglesia la grabó a fuego, su diagnóstico fue lapidario:
«A mi juicio, el asunto fundamental reside entre el cristianismo y el caos. Hoy podemos verlo por todas partes como la negación de todo lo que ha defendido siempre la cultura occidental. La pérdida de la fe en el cristianismo y la consiguiente carencia de confianza en las normas morales y sociales se han encarnado en el ideal de un Estado materialista. Ya no es posible aceptar los beneficios de la civilización y al mismo tiempo negar su base sobrenatural».
Lo que tal vez Belloc nunca imaginó fue que hasta la Iglesia sería arrastrada por la fuerza incontenible de ese huracán materialista al punto de caer en la apostasía y perder la fe, algo que entonces parecía inconcebible.
¿Qué nos espera entonces? ¿Es posible que un Papa santo que venga después de Francisco pueda acabar con tanta locura? ¿O tal vez por estar esto recién a mitad de camino ya nada ni nadie podrá detener tanta locura hasta que terminemos en el abismo?
Yo opto por la segunda alternativa y creo que Belloc pensaba igual. Esto no tiene arreglo hasta que Cristo vuelva a rescatarnos. A nosotros sólo nos queda dar testimonio y aguantar a pie firme. El que persevere hasta el final se salvará.
Fuenteovejuna
¡Gracias! El libro de Pearce me pareció genial. Rompe, además, con varias «leyendas» acerca de Belloc como su supuesto mal humor (un tipo que vivía riendo, cantando y contando cuentos, siempre rodeado de amigos), su «temperamento francés» (que JP niega), su supuesto fanatismo e intransigencia, etc.
Escuché una vez en una charla que Belloc había escrito algo así como 150 libros de los cuales sólo un par de decenas fueron traducidos al castellano. Para los que sepan bien inglés y tengan tiempo y ganas hay mucho trabajo por hacer.
Lo que hay que hacer es buscar gente próxima que sepa inglés y convencerles de que cada uno se comprometa a traducir un capítulo.
Esto no es tanto esfuerzo como parece y es un buen ejercicio para el traductor para mejorar su inglés y su castellano.
Sus libros se pueden leer gratis en Archive.com (aunque para los publicados antes de 1919 es necesario registrarse).
Pero como hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, seguro que hay alguna función en el ordenador que te traduce el texto, y razonablemente bien.
Estos autores eran apologistas cristianos, por lo que se colabora con su misión si se ayuda a difundir sus escritos.
Nos hace falta, como católicos perdidos en intentos de naciones latinoamericanas variopintas (y bananeras en algunos casos), conocer los escritos de autores como Belloc.
Más allá del afán intelectual, que creo que es muy importante, también está el hecho de que son escritos que nos pueden acompañar y hacer más lúcido nuestro caminar por este valle de lágrimas.
Acá en Chile estos autores son mayoritariamente desconocidos, ya sea por la ignorancia predominante (de la que formo parte lamentablemente), o por desidia.
Gracias por encender este pequeño farolito a la distancia, que nos sirve de guía para encontrar a buenos autores, y a través de ellos, al Autor.
Un saludo apreciado Wanderer.