Madres que trabajan

[A fines de diciembre de 2015 publiqué el siguiente artículo. Creo que viene bien publicarlo nuevamente a raíz de la discusión que hemos tenido esta semana. Recomiendo la lectura de los comentarios al post original, que aportan mucho al tema].

Una expresión secundaria de la última entrada acerca de las cualidades de la mujer del Sr. Forgeron ha dado lugar a una encendida discusión por parte de los foristas sobre un tema que nunca hemos tratado en el blog porque, según me parece, es un tema prudencial y, por tanto, no pueden darse reglas generales. Me refiero a la discusión sobre el lugar que debe ocupar la mujer en el hogar, y lo que modernamente se ha relacionado con la llamada dignidad de la mujer.

A lo sumo, me animo a señalar algunos hechos -y solamente algunos- que podrían servir para la reflexión.

1. La mujer más femenina y hacendosa y, a la vez, más inteligente que ha pisado la tierra fue la Santísima Virgen. Ella escudriñaba con agudeza las Escrituras, como nunca nadie lo había hecho, y a la vez cocinaba los más deliciosos pastelitos. Me parece infundada y espantosamente moderna la dialéctica entre mujer inteligente y mujer buena ama de casa.

2. Si la mujer debe trabajar o no fuera del hogar, es un tema absolutamente prudencial y serán los esposos quiénes deberán juzgarlo, y nada más que ellos (y no se les ocurra meter al cura para que opine). Creo que todos estaremos de acuerdo en que lo ideal sería que la mujer no saliera del hogar para así educar a la prole y llevar el hogar, y leer, y tejer y tocar el piano (y esto no disminuye un ápice su inteligencia ni su dignidad), pero no siempre es posible. Pueden existir en cada hogar necesidades económicas que aconsejen o hagan necesaria una entrada extra de dinero, o pueden existir, en determinados momentos, necesidades de la propia mujer, a nivel psicológico o existencial, que aconsejen un trabajo. Y esto no lo sabe más que ella y su marido. Y son ellos, y solamente ellos, los que deben juzgar y decidir.

3. Las circunstancias de la vida han cambiado radicalmente en los últimos años y no podemos sustraernos a ellas. Por tanto, me parece que no es del todo apropiado tomar criterios de decisión a partir de lo que hacían las buenas familias católicas de hace cincuenta o cien años atrás. Pongo un ejemplo: en ese tiempo se podían tener 10 hijos, como se puede ahora, pero la cultura acompañaba a que la crianza y educación de la prole fuera más fácil. A los ocho o nueve años, si no antes, los mayorcitos ya podían hacerse cargo en parte del cuidado de sus hermanos menores o de las tareas hogareñas y, de ese modo, la madre podían vivir más tranquila o, mejor decir, más humanamente: tenía tiempo para tomar el té con las amigas, leer buenos libros y bordar bellos manteles. Además, tener servicio doméstico era mucho más accesible y una familia numerosa con un mediano pasar económico tenía, habitualmente, una o dos mujeres que ayudaban. 

Hoy, los niños de 8 años tienen colegio por las mañanas; y por la tarde, los lunes y jueves natación, los viernes el cumpleaños de un amigo; los martes, inglés y, por lo general, después de esas actividades, se juntan en casa de uno u otro compañero a hacer la tarea o a jugar. Si a esto lo multiplicamos por los cinco o seis -o más- niños en edad escolar que puede tener una familia católica, resulta que la madre es chofer a tiempo completo, nadie le ayuda en el cuidado de los más chicos, porque los más grandes no pueden y porque una mucama cama adentro es carísima. Resultado de todo lo cual es que en una buena mayoría de familias excelentes que conozco, la mujer vive de estrés en estrés y, muy frecuentemente, termina quemada y medicada. 

4. Hasta hace algunas décadas, las familias católicas con muchos hijos tenían ciertos hábitos saludables que ahora han desaparecido de la mayoría de ellas, y que hacían más fácil y llevadera la vida diaria. Por ejemplo, los niños no hablaban cuando hablaban los adultos y en la sala de estar se colgaban cuadros y pinturas de alguna calidad y no los primeros mamarrachos de los pequeños. ¿Y esto qué tiene que ver? Que los niños ocupaban el lugar que les correspondía y no el centro absoluto de la la totalidad de la vida familiar, lo cual permitía que sus padres tuvieran también espacio físico y mental para hacer vida de adultos. Los niños comían antes que los adultos y a las 20 hs. se acostaban indefectiblemente, o se retiraban a su sector. De ese modo, sus padres podían recibir visitas sin estar continuamente interrumpidos por llantos y ocurrencias, que pueden ser muy simpáticas pero que impiden cualquier conversación seria. Los espacios estaban delimitados y no había una casa invadida por juguetes y demás utensilios infantiles. En resumen, los padres, además de hacer vida de padres, podían hacer también vida de adultos. Y eso es saludable. Pero no sé si ahora es posible cambiar esos hábitos de vida familiar. Queramos o no queramos, vivimos en el mundo en que vivimos.

25 comentarios en “Madres que trabajan

  1. Avatar de Desconocido Anónimo

    Me parece que en este tema como en muchos otros, al separarlo de su contexto global se pierde toda perspectiva. En la Iglesia se ha caído muchas veces en este error, se entra al trapo en un dilema capcioso.

    Hay apuntes por aquí muy buenos, recordando que la imagen del modelo actual de «familia tradicional», (padre que trabaja preferiblemente por cuenta ajena, madre ama de casa y niños en el colegio) es un invento surgido después de la segunda guerra mundial. De siempre, vamos analizando cada uno de esos cambios de forma aislada, cuando realmente son simplemente accidentes de un cambio sustancial: el de la unidad e independencia familiar.

    La vida familiar no es solamente dormir bajo el mismo techo. A los hijos se les ha quitado toda responsabilidad y obligación para con la familia, quedando como personajes que solo deben responder de unas notas en el colegio hasta edades aberrantes. Y no pocas veces, ni eso. El padre hace décadas que no se debe a su familia, se debe a su jefe, imposibilitado de educar a nadie por falta de tiempo, luego nos extrañamos de que pasen cosas. Y, así, la madre no se puede quedar en casa, porque en casa no hay nadie, porque quedarse en casa carece de sentido en una sociedad donde solo tienes una identidad como individuo, no como perteneciente a una familia. Ser padre o esposo, ser madre o esposa, o ser hijo o hermano, apenas tiene significado. Y lo hemos aceptado tranquilamente.

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      Muy buen comentario.

      «Ser padre o esposo, ser madre o esposa, o ser hijo o hermano, apenas tiene significado.» Y no sólo eso, sino que hasta tienen un significado invertido: ahora son parte de la «realización personal», nombre bonito que se le da al capricho egocéntrico.

  2. Avatar de Desconocido Anónimo

    Totalmente de acuerdo. Quizá agregaría que por más que la decisión sea de cada familia, tampoco olvidar que ser un poco más pobre por tener esa armonía en el hogar ES GANAR.

    Y no responsabilizar a las mujeres de cosas que dejaron que pasarán porque el hombre dejó de ser hombre, quiero decir que hay una inversión de los roles cada vez más marcada y eso es lo que da lugar a la mujer a iniciar esta «revolución».

  3. Avatar de Desconocido Anónimo

    Esto me recuerda a las andanzas de Don Gabino en San Etelberto… Sus fieles lectores nos preguntamos, ¿Cuándo volveremos a saber de él?

    Tenía la habilidad de usar imágenes bellas para tratar estos temas, y tantos otros, sin agotarlos…

  4. Avatar de Desconocido Anónimo

    Me asombran muchos comentarios. En este mismo blog se nos ha mostrado (muy oportunamente) que en cuanto a la «doctrina tradicional», tendemos a aceptar como tradicional el estado de las cosas durante los siglos XVIII y XIX, y al hacer esto acabamos aceptando como tradicionales doctrinas que viendo la historia de la iglesia en su conjunto son muy recientes.

    Bien, en este asunto pienso que nos sucede parecido.

    El problema es que los motivos de los que limitaron las «amplias libertades» (por decirlo de algún modo), en cuanto al trabajo de las mujeres durante la Edad Media, y de los que siglos después quisieron introducir de nuevo a las mujeres en el «mercado de trabajo»; son errados y no exentos de perversión. Pero, para los campesinos y artesanos humildes, la cosa no varió grandemente, todos los miembros de la familia trabajaban. Aunque siempre nos olvidemos de ellos en los análisis.

    Yo creo que lo central para el católico es que el trabajo no es lo primero, y que la crianza de la prole demanda ciertas ocupaciones de la mujer.

    Por no enrollarme, solo añadir que mi abuela debe ser extraterrestre, porque junto a las demás mujeres del pueblo plantó un pinar que no quedaba «cerca» del pueblo, aquello requería no pocas horas diarias de trabajo (aunque no exigiera dormir al raso, como sí que hacían los hombres). Y mi tía abuela también, porque siempre cargó con el padecimiento de perder a un bebé por llevarlo consigo cuando iba a segar (no pretendo hacer apología de estas situaciones, para mí eran cosas que parecían y hoy tampoco veo idóneo ir a trabajar con el niño en brazos, o al lado, pero es que nos pongamos como nos pongamos no era tan extraño).

  5. Avatar de Desconocido Anónimo

    Como se dice en un cometario del artículo original: «La familia se ha vuelto matriarcal y así, cuando hay reunión familiar, sólo hablan las mujeres de cosas de mujeres…» muy cierto y lamentable, sobre todo si hay una madre viuda y cuatro hijas mujeres, la madre con nuevo cónyuge y las hijas con sus respectivos… los varones no pinchan, ni cortan, se limitan a hacer el asado y lavar los trastos, y no se puede hablar ni de política ni de religión, por lo que todo transcurre en una eterna charla, que se extiende desde las 14 a las 18.30 con té incluido, y en la que solo se habla de series de Netflix que «hay que ver» o alguna película (que cada vez son peores) y si uno llega a decir algo católico lo mas probable es que lo miren como a un bicho raro. Escribir este comentario fue terapeútico aunque poco exagerado y más literario que real.

  6. Avatar de Desconocido Anónimo

    En este tema me da que el rollo de que la mujer antes no trabajaba es un mito. O más bien es «cierto» si nos fijamos en solo en las familias acomodadas (una minoría).

    En las familias humildes la mujer trabajaba y mucho. Es cierto que los trabajos más recios o distantes al hogar los hacían los hombres (por obvios motivos de crianza y constitución física, si bien cualquiera de esas mujeres estaban más curtidas que la mayoría de hombres hoy día). Pero las mujeres atendían las labores del campo, y si su marido tenía cualquier profesión la familia colaboraba (mujer incluida) (y hasta donde sé de la Edad Media, la mujer accedía a más trabajos que en siglos posteriores).

    El hogar, por otra parte era muy diferente en trabajos (solo cocinar, asearse y lavar la ropa eran tareas que consumían mucho más tiempo que hoy día) y organización: los hijos no siempre eran tan ideales como presentas (si bien es cierto que se ha perdido mucho eso de tienen que respetar a los mayores), pero desde muy pequeños colaboraban con el hogar en la medida de sus posibilidades, la comunidad estaba mucho más integrada de cara a educarlos y cuidarlos (mis abuelas y bisabuelas nunca pudieron permitirse tener a alguien que cuidara a los niños, pero sí se ayudaban unas a otras), y en general los niños se podían pasar el día en la calle (mi padre se educó así, pero luego vino el tráfico de vehículos por todos lados y ya no se podía hacer igual) (por cierto, esto ayudaba a que en casas humildes y pequeñas se pudiera vivir, pues la familia estaba en casa para comer y dormir, más que nada).

    En fin, siento la longitud del texto. Pero, si bien me he dejado muchas cosas que se podrían comentar, algo querría decir, porque me da la impresión de que los católicos cometemos el fatal error de hablar torcidamente cuando hablamos del pasado en cuanto a estos temas. Parece que miramos a una sociedad y un catolicismo propio de la burguesía o baja nobleza (si acaso), pero la mayoría de nuestros antepasados eran igualmente católicos y no sé desenvolvían del modo que suele plantearse como «prototípico».

    Me ha parecido muy adecuado lo que señalas de que estos temas los debe decidir el matrimonio.

    1. Avatar de Andrés Battistella Andrés Battistella

      Muy necesario comentario. Tenemos que sacudirnos el prototipo idealizado burgués.

      No podemos intentar forzar a la realidad para tener un escenario como el de la señorita Prim, o más idealizado aún, como las novelas de Jane Austen. Esas cosas pueden estar muy bien (pueden) y serán muy lindas, pero requieren una serie de condiciones que muy difícilmente se reúnen, varias de las cuales ni siquiera dependen de los particulares, ni se pueden esperar de la Providencia como si Dios estuviese obligado a darnos nuestra vida soñada (que para muchos católicos especialmente del ámbito tradicionalista, es más parecida a un «american dream»).

  7. Avatar de Gustavo Rance Deltrece

    hay un lindo librito de una autora bastante conocida, y supongo yo que bastante piadosa, de esas rarezas en la academia que nos gustan tanto, como el bueno de Jacques Heers, y Ariés; La mujer en los tiempos de las catedrales, de Regine Pernoud.

  8. Avatar de Desconocido Anónimo

    Se produce una gran paradoja.

    Por un lado, hoy en dia prácticamente nadie cuestiona que una mujer debe pensar en primer lugar en su carrera, su autorrealización, su independencia personal y económica. Sólo si las cosas le encajan, y como una opción entre otras, acometerá si así lo decide la formación de una familia y la crianza de hijos.

    Sin embargo, la consecuencia de éste orden de cosas es una sociedad sin reemplazo autóctono. Una sociedad que no se podrá sostener porque las nuevas generaciones, como sucede actualmente, son numéricamente inferiores a las de sus padres, lo que conduce lenta pero inevitablemente al colapso. Y a la pérdida de identidad, a la dilución cultural inevitable que acompaña a la recepción masiva de inmigración.

    Son muchos los factores que han propiciado el estado actual de la familia y de la sociedad a este respecto. La llamada «Revolución Sexual» de los 60 con la llegada de la anticoncepción artificial, la prosperidad económica especialmente tras las postguerras mundiales, la revolución tecnológica, el «bienestar» material que ha derivado en hedonismo e individualismo, los medios de masas…

    Pero es inevitable constatar que, de alguna forma, los niños y las familias de hoy carecen de algo. Son menos hogares. Los padres, si acometen el reto de trabajar ambos y criar más de uno o dos hijos, son heroes. Las familias se rompen. Hay muchas heridas. Hay mucha gente sola. Mucho adolescente sin referencias claras y robustas, como tuvimos sus padres, hoy cincuentones o sesentones…

    ¿Alguien ha engañado a la mujer, haciéndole creer que realmente es igual al hombre en todo y puede permitirse renunciar a lo que le es más inherente?

    1. Avatar de Gustavo Rance Deltrece

      coincido pero me parece que a la «revolución sexual» se la seccionó de su otro sentido propio, -se ha producido una curiosa ablación de discursos-, la revolución liberal que comprende no solo lo estéticamente progresista en las costumbres, fue escindida de aquello que tiene que ver con la economía, el trabajo y el sustento de una persona en familia y en la comunidad. Sino el análisis nos queda trunco. por otra parte, también me parece que eso de que la mujer que se realiza es la auténtica y la que no, como dijo el autor del artículo en una respuesta pasada, es vista como una «gorda», fue una idea lanzada durante el pre-pre-feminismo radical de la década de los 90′, y que después, obviamente con salarios bajos y trepadas de puesto inexistentes, fue quedando anacrónico. Incluso el recordado sketch del tandem Capusotto-Alberti que podríamos pensar afin a esta crítica de la mujer que se queda en la casa en realidad era una sátira a susana gimenez que no se quedaba en su casa nunca.

  9. Avatar de Desconocido Anónimo

    Lo complicado es que las mujeres se sinceren consigo mismas y asuman que su mayor bien, utilidad y felicidad está en casa con los niños. Pero no, en lugar de eso, siguen manteniendo un género de vida que, pese a destruirlas por dentro, les deja la falsa sensación del empoderamiento. Hay una hybris típicamente femenina que consiste en quejarse de las consecuencias de sus malas decisione sin enmedarse. La mujer sabia lo sabrá bien, y muy lejos de molestarse, lo admitirá. En el fondo, admiran a sus abuelas que tenían montones de hijos. Ya quisieran tener la serenidad y alegría que veían en ellas cuando niñas.

    Es buen material de show: https://youtu.be/T-egBRlLnaA?feature=shared

  10. Avatar de Desconocido Anónimo

    La Fundación Rockefeller, que es la que financió la diseminación del (falso) Estudio Kinsey sobre los hábitos sexuales de los estadounidenses (son realmente 2 estudios; uno de hombres y otro de mujeres) por todos los campus universitios de Norteamérica (para corromper con el sexo u las desviaciones sexuales a los futuros líderes de la nación), estuvo promocionando también que la mujer trabajase fuera de casa.

    La razón era que así los niños no serían educados por los padres, sino por sus profesores (y a través de ellos, los políticos y los sindicatos a que pertenecen) y así se les podría inculcar desde pequeños la ideología requerida (ideología que evidentemente no quieren sus padres, porque si no no sería necesario imponerla a escondidas ni tampoco a niños, que por su edad no tienen los conocimientos, la madurez y la personalidad para oponerse).

    En realidad esta es la segunda vuelta de hacer la educación obligatoria y gratuita.

    («gratuita» pagada por los padres de sus víctimas)

    Es decir, es la típica concentración del poder político en manos del político que empieza con la Reforma Protestante, continua con la Revolución Francesa, sigue con los Estados Nacionales, la incautación (las falsas «desamortizaciones») de los bienes de la Iglesia a cambio, como en el luteranismo, anglicanismo y calvinismo, de un salario estatal para sus ministros…

    Naturalmente cuando alguien tiene tanto poder, como sucedió por ejemplo con Enrique VIII tras la proclamación del Acta de Supremacía, tarde o temprano la oligarquía del país se lo quitará (sustitución de la familia reinante por extranjeros)…y tarde o temprano esa oligarquía tenderá a perder ese poder (por lo menos parte) por los que sepan manipular a la población, que es la que aporta el número y realmente forma la nación y por tanto tiene la legitimidad democrática, con las ayudas sociales y la entrada masiva de musulmanes subvencionados por sus víctimas («el que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón»)…

    Lo más asombroso del caso es que toda esta farsa se hace en nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, el Progreso, la Ciencia, la Modernidad…

    (será en todo caso la libertad, la igualdad y la fraternidad de nuestros amos)

  11. Avatar de Desconocido Anónimo

    La mujeres siempre han trabajado, para los amantes de la edad media, entonces la mayoría de la gente vivía en ámbitos rurales y las mujeres trabajaban a la par de los hombres prácticamente, y lo digo con conocimiento de causa ya que mi padre creció en un caserío rural en España. Eso de que la mujer se quedaba en casa a cuidar a los hijos mientras el hombre iba a trabajar es un invento de la burguesía , del cambio de la vida rural a las ciudades, que luego fue continuado con el desarrollo industrial y el surgimiento de una clase media.

    Jorge

    1. Avatar de Desconocido Anónimo

      Pero trabajaba en trabajos domésticos, como ahora y siempre un ama de casa. El post parece que se refiere más bien a otro tipo de trabajos: los del mundo moderno, extra domi muros.

    2. Avatar de Desconocido Anónimo

      Simplemente eso NO es cierto.

      En primer lugar no es una cosa de «Edad Media»; ni es una cosa «atrasada», ni hace tan poco tiempo.

      Aunque en España, donde no toda la población ni mucho menos ha vivido en caseríos, efectivamente se ha trabajado en los pueblos y en general personas con un nivel muy bajo de renta para completarla. Me refiero a, por ejemplo, coser en casa con máquina para el Corte Inglés.

      Naturalmente en los pueblos, aunque cuando se trabaja duro es en la cosecha, siempre se está haciendo algo. Partiendo de que en todas las sociedades tradicionales el trabajo de los sexos está muy diferenciado. El trabajo de la mujer era el hogar y la crianza de sus hijos.

      No exactamente por «machismo», sino porque hasta la mecanización del campo, trabajar en el era muy duro. Además los hijos eran imprescindibles para mantener a los padres en la vejez.

      Esto cambia efectivamente con las clases medias, en que la ganancia del esposo no necesita ser complementada y las tareas del hogar las puede hacer otra persona a cambio de dinero. Estas mismas clases medias darán entonces a sus hijas una educación escolástica que a su vez les abrirá intereses ajenos al hogar.

      Pero en España, donde con Franco el 30% de la mujer trabajaba, esto cambia con el gobierno socialista de Felipe González.

      Sucedió lo siguiente:

      Durante su mandato, el boom de nacimientos de los años 60, por la edad, tenía que casarse y, por tanto, meterse en una casa (comprada o alquilada).

      Los políticos se negaron a liberar suelo para satisfacer esa enorme demanda, por lo que el precio de los pisos se cuadriplicaron en muy poco tiempo.

      (¡negocio redondo!)

      Al ser las viviendas tan caras, la única manera de que un hombre y una mujer pudieran vivir solos juntos era que ambos trabajasen para poder pagar la vivienda; y si ambos tenían que trabajar, la mujer simplemente no podía quedarse embarazada (desapareció la prohibición de los preservativos y se legalizo el aborto). Tener hijos se convirtió en un lujo asiático.

      Como esto sucedió en todo el país, se hizo normal y común la costumbre de no tener hijos.

      Naturalmente esto hizo que la demografía cayese en picado y que no hubiese recambio generacional…

      Pero esto ya estaba previsto:

      «los extranjeros, especialmente musulmanes, nos van a pagar las pensiones» (nadie ha hecho las cuentas), a los que hay que mantener con ayudas y para que tengan hijos; ayudas que no reciben los nacionales.

      Por cierto que, con Franco, en Madrid, una casa se pagaba entre 10 y 15 años trabajando sólo un cónyuge. A partir de los socialistas las casas necesitaron de hasta 50 años para poder pagarse, trabajando los dos cónyuges.

      Y únicamente controlando ferreamente los políticos la oferta de viviendas (provocando escasez) para mantener siempre el precio alto.

      Naturalmente cuando alguien conseguía que un político le diese el permiso de edificar en su tierra, le tocaba la lotería.

      La verdad es que esto del gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo funciona de una manera muy rara…

      en vez de que el Pueblo viva mejor, ¡vive peor!

      Sí; para nuestros representantes al Congreso, cuanto peor vivamos, mejor viven ellos.

      (una manera de asegurarse el voto con promesas de ayudas sociales para poder sobrevivir)

    3. Avatar de Desconocido Anónimo

      Me reafirmo y agrego, no se quedaban las mujeres cuidando los niños porque: los niños también trabajaban! desde que podían hacer algo, llevando y trayendo las vacas, alimentando los animales de granja, limpiando el corral, en la huerta familiar, y un interminable etc. al que estaban obligados por la economía de subsistencia que llevaban, los niños solo tenían unas pocas horas de escuela y unos pocos años de primaria, no había allí nadie ocioso.

      Jorge

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Está usted hablando de un entorno familiar y rural. Evidentemente, la mujer trabajaba pero siempre en ese entorno doméstico. Ni de lejos pasaba 7-8 horas sin pisar la casa o viajaba a una hora de distancia para trabajar. Ni en broma. Se está hablando de la entrada de la mujer a los medios capitalistas de producción. Yo qué quiere que le diga, ver a una mujer embarazada trabajando o con el sacaleches cuando el niño está en la guardería, me parece antinatural.

    4. Avatar de Desconocido Anónimo

      Totalmente cierto, e incluso, en algunas zonas de los Balcanes, han existido mujeres que, para evitar un matrimonio no deseado o la falta de un hombre en la familia, adoptan el rol de hombre.
      … «Una mujer se convierte en virgen jurada al prestar juramento irrevocable, frente a doce ancianos de la aldea o tribu, y de adoptar el celibato. Después de esto, las vírgenes juradas viven como hombres, pueden vestirse con ropa masculina, usar un nombre masculino, portar un arma, fumar, beber alcohol, aceptar un trabajo masculino, actuar como cabeza de familia y heredar, tocar música, cantar y sentarse y hablar socialmente con hombres», explica el Kanun, que añade. «El verdadero sexo de la virgen jurada nunca más, bajo pena de muerte, será aludido ni en su presencia ni fuera de ella»…
      https://www.elmundo.es/la-lectura/2025/04/02/67e570c7fc6c8301718b45c2.html

    5. Avatar de Desconocido Anónimo

      Puse un comentario en la misma línea. El caso es como cuando dicen que la Iglesia mantenía a la gente analfabeta: los mismos que cerraron las escuelas católicas, pasado el tiempo se presentaron como adalides de la educación frente a la ignorancia. Y los mismos que limitaron las actividades que podía realizar una mujer, vinieron luego como adalides de sus derechos.

      Y con los mismos me refiero a las mismas corrientes ideológicas, o sus hijas. Obviamente, fueron procesos extensos en el tiempo y por tanto no se trata de las mismas personas literalmente.

      Decir también que considero muy adecuado que las mujeres se formen bien. Sin perder la jerarquía de importancia de las cosas, pero por una parte, la cultura de los progenitores redunda en la de los hijos y, por otra parte, de media ahora vivimos más años que antaño, por tanto, hay muchos años desde que los hijos ya son suficientemente mayores para no depender tanto de sus padres y la edad a la que ya no está uno para trabajar. En este tiempo también se pueden aprovechar los talentos (según necesidad material y personal). Esto según la realidad presente de las cosas, porque se podría hacer mucho en muchos trabajos para ofrecer puestos en los que fuera sencillo conciliar.

      Todo bajo el marco de que cuando uno se casa y tiene hijos lo prioritario es el hogar. Uno no va al trabajo «a realizarse», como tanto se nos dice, y luego «padece» sus tareas domésticas y la crianza de los hijos.

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Efectivamente uno de los (falsos) dogmas de la masonería es que la Iglesia Católica (y solo ella en toda la historia de la humanidad) mantenía a la gente en la oscuridad hasta que vino primero la reforma protestante (aprender a leer para leer la Biblia) y luego ellos para liberarnos de las tinieblas…

        El hecho de que no haya habido educación obligatoria no significa que no existiesen escuelas para párvulos (la llamada «amiga», que aparece en los textos del Siglo de Oro) ni que también las hubiera municipales (el municipio de Madrid mantenía una). Luego vinieron los escolapios y los jesuitas…

        La razón es que desde los 8 – 10 años todos los niños (y niñas) empezaban a aprender el oficio que les iba a mantener de adultos a ellos y a su familia (las niñas a llevar una casa o a ser criadas).

        Las personas muy pobres no aprendían a leer y a escribir + nociones de aritmética porque no lo iban a necesitar (jornaleros y criadas) y porque si iban a la escuela era para su familia una boca más a alimentar.

        Según mejora la economía y hay más oportunidades de prosperar a través del trabajo, hay más gente que hace el esfuerzo de que sus hijos aprendan las primeras letras e incluso más.

        Pero el mercado (la oferta de trabajo) es primero. Lo importante es aprender un oficio y pasar de aprendiz a oficial y de oficial a maestro (a través del trabajo y ganando un sueldo).

        Evidentemente siempre ha habido el mínimo de educación que pueden dar los padres en casa; y las familias pudientes empleaban preceptores privados.

        Una prueba más de que esa dogmática masónica es falsa está en el problema actual de las personas que estudiaron pero que en algún momento dejaron de leer: se convierten en analfabetos funcionales.

        Otra es el problema que hay hoy en Estados Unidos, en el que a pesar de la educación obligatoria y gratuita, hay una cantidad enorme de adolescentes que no saben leer. (hay un famoso libro que denuncia este problema: «Why Johnny can’t read»).

        (2 razones: hundimiento de la escuela y cambiar el sistema tradicional para aprender a leer, que no funciona etc)

        El «progreso» o el «atraso» de los Pueblos no tiene que ver con esto.

        El «progreso» es el resultado deun mercado, paz social y estabilidad económica.

        Eso exigirá los profesionales que necesite y los conocimientos que requiera y esté dispuesto a pagar.

        Las oportunidades de ese mercado son las que harán que los padres de los niños inviertan en su educación y hasta qué grado.

        Otra prueba de la falsedad de ese dogma está en que si una persona aprende a leer y a escribir, por si sólo no va a prosperar en la vida.

        Para prosperar necesita aprender un oficio y concentrarse en dar mejor servicio para tener más clientes; o especializarse en algo que de más valor al cliente.

        Naturalmente esas personas necesitan saber leer y escribir para llevar el negocio (ej comunicación con sus proveedores), pero eso es accidental; lo importante es dominar la actividad de la que va a vivir.

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