Una primera reflexión sobre el pontificado de Francisco

por Enrico

De los muertos se habla solo bien, enseña el proverbio latino que hemos elegido como título. Y, para seguir con los latinajos: parce sepulto, es decir, respeta al sepultado. Jorge Mario Bergoglio, alias Papa Francisco, fue un encarnizado adversario del Tradicionalismo y de todo lo que remotamente se le acercara, llegando —cuando aún vivía el pobre Benedicto XVI, que mucho sufrió tal desaire— a revocar el motu proprio que liberalizaba los ritos, en el cual el papa Ratzinger había depositado muchas esperanzas para devolver algo de cordura a la Iglesia. Sin embargo, nosotros, aunque devotos del poeta Horacio, de quien este ya veterano sitio toma su lema («multa renascentur quae iam cecidere«: muchas cosas que ya cayeron renacerán), nos abstendremos de hacer nuestras las palabras de su oda por la muerte de la odiada reina Cleopatra: nunc est bibendum, nunc altero pede pulsanda tellus.

Por lo tanto, digámoslo desde ya: el Santo Padre recién fallecido merece respeto y compasión, no solo porque se deben a todo cristiano que se presenta al Juicio, sino porque fue un hijo de su tiempo, y sus evidentes carencias para conducir la barca de Pedro son (al menos en parte) sin culpa, derivadas del condicionamiento de la época en que el joven Bergoglio formó sus convicciones, en el marasmo ideológico de los años sesenta y setenta del siglo pasado que afectó al mundo, a la Iglesia universal y, específicamente, a su Argentina. Impregnado de ideas y conceptos caducos (seguir las modas del mundo, las periferias socioeconómicas, una versión apenas más suave de la teología de la liberación), no logró darse cuenta de que el mundo, y sobre todo la Iglesia, habían cambiado completamente, y él había quedado atrapado en una burbuja temporal hecha de campesinosdescamisados y cantos de los Inti Illimani. Para él, en el fondo, la Iglesia preconciliar era la de los terratenientes, instrumentum regni de los caudillos corruptos de entonces, apoyados por los gringos, es decir, EE. UU. (nación contra la que siempre manifestó un sordo resentimiento, y eso mucho antes de que apareciera el odiado Trump).

En términos más generales, quedó fosilizado en la gelatina de los “hijos del Concilio”, aquellos que vivieron en primera persona, como jóvenes entusiastas, las esperanzas y exaltaciones de una época que ingenuamente creía haber comprendido todo sobre el universo y que todo lo anterior era obsoleto y debía ser descartado. De una soberbia colectiva así no se sana fácilmente, y lamentablemente, Bergoglio nunca se curó de ella.

Tampoco ayudaba su carácter, que no era precisamente manso, complaciente o abierto a las críticas o consejos. Más allá de la imagen bonachona que intentaba proyectar, a veces traicionada por arrebatos incontrolables (como cuando abofeteó la mano de una turista demasiado insistente), en los Sagrados Palacios temían sus arranques descompuestos y su escasa paciencia, al punto de que a veces se escondían en los pasillos cuando lo veían pasar. Su misma muerte se debió a su obstinada negativa a dejarse tratar: despidió al médico pontificio y solo se fiaba de un enfermero; tardíamente aceptó ser hospitalizado en febrero, y en los últimos días insistió en salir al aire libre, imprudencia que arruinó su convalecencia.

Decíamos que Bergoglio fue un hijo del Concilio. En el sentido de que pertenecía a esa generación que tenía más o menos veinte años cuando el viento del Espíritu —o eso se creía— llevaba a rechazar todo lo anterior y a crear una Iglesia “actualizada”, por no decir completamente nueva. El lema del ’68 («no confíes en nadie que tenga más de treinta años») ya era, aunque no expresado, el de esos jóvenes curas y seminaristas que con entusiasmo rebelde rechazaban todo lo enseñado por los “carcamales”.

La actitud generacional de aquellos ex jóvenes de los sesenta es muy distinta de la de quienes, al abrirse el Concilio, ya habían alcanzado los cuarenta años, como Ratzinger; no necesariamente nostálgicos, sino a menudo convencidos —y con razón— de que no todo estaba bien y había que reformar algo. Pero la actitud de estos mayores hacia las novedades era más medida, quizá incluso críticamente racional. Como también lo fue, al fin y al cabo, la amarga constatación de quien promovió esas novedades, viéndose en parte arrollado por ellas: aludo a Pablo VI, cuando admitió que la esperada primavera conciliar se había transformado en invierno.

Por cierto, las generaciones posteriores a la de Bergoglio han tenido, en general, una actitud muy distinta frente al Concilio, pasando con los años de una aceptación cada vez más automática y menos visceral de las novedades, a una progresiva toma de conciencia de que, debido a esas mismas novedades, las iglesias y los seminarios se han vaciado. Los seminaristas de hoy, los pocos que quedan, si responden a la vocación, lo hacen con ideas que están en las antípodas de la Weltanschauung teológica bergogliana.

El papa Francisco, impregnado de su ideología caduca, siguió atacando las supuestas rigideces y dogmatismos de la Iglesia, según él demasiado normativa y cerrada en sus certezas, incapaz de tolerancia y de apertura hacia el “lejano” y el “diferente”, centrípeta en vez de lanzada hacia las “periferias”. No comprendió que, en realidad, el problema de la Iglesia es exactamente lo contrario: no el exceso de certezas, sino más bien la pérdida de la Fe. Si la gente ya no va a misa los domingos, no es porque se sienta “rechazada” (quizá por convivir, estar divorciada, ser homosexual, o vaya uno a saber), sino simplemente porque ya no cree. O, si cree vagamente en Dios o en algo parecido, ya no cree en el Dios del catecismo. Después de todo, el mentor de Bergoglio, el otro jesuita cardenal Martini, decía que “Dios no es católico”. Y entonces, ¿por qué una persona normal debería creer en algo en lo que ni los altos prelados parecen creer?

Es un dato sociológico seguro y confirmado: cuanto más se “abre” una religión y diluye su mensaje, menos es seguida y tomada en serio. Es noticia reciente que los anglicanos (cuidadosos con los temas de género y con no insistir demasiado en cuestiones de fe exigentes) son ya menos que los católicos (que, en comparación, son un poco más firmes) ¡en la misma Inglaterra! Por no hablar de la casi total desaparición de las iglesias estatales luteranas en los países nórdicos. Y en cambio, proliferan rápidamente esas sectas protestantes “a la americana”, especialmente puritanas en temas morales; sin mencionar, lamentablemente, un islam cada vez más fanático, que con su mensaje sin dudas logra cubrir con burkas a cientos de millones de mujeres y hacer ayunar un mes entero a todos sus fieles.

Bergoglio ha contribuido, sencillamente, a serruchar la rama sobre la que estaba sentado como cabeza de la institución.

Ejemplares, en este sentido, son algunos anécdotas reveladoras de su actitud, siempre más atento a los “alejados” de la Fe (que lo apreciaban superficialmente) que a sus propias ovejas. Y no nos referimos solo a sus famosas entrevistas con el ateo fundador de La Repubblica, Scalfari, de contenido tan heterodoxo que la Secretaría de Estado trató (sin éxito) de desmentirlas. También a hechos pequeños, como cuando regañó a un monaguillo que tenía las manos juntas, diciéndole: “parece que tienes las manos pegadas”; o cuando mostró impaciencia ante un grupo mariano que le ofreció un ramo de rosarios por sus intenciones, lamentándose de esos devocionismos anticuados. En Argentina, por cierto, criticaba a los curas con sotana, llamándolos sotaneros.

También por estos detalles se juzga a un pontífice. Debería confirmar a sus hermanos en la Fe, apacentar a sus ovejas; el papa Francisco, en cambio, creó incertidumbre precisamente en esa Fe que debía custodiar usque ad effusionem sanguinis. No por mala voluntad, repetimos, sino por la bergogliana confusión de objetivos: es decir, por no comprender que en este nuevo milenio el problema no es la rigidez de la Fe y sus devociones, sino su progresiva dilución y, al final, su extinción. Ya manifiesta en Occidente, y próxima en el resto del mundo.

En esta visión errónea se inscriben también las decisiones más significativas del pontificado que hoy se cierra: además de prohibir todo lo que huela a preconciliar (Traditionis custodes), las normas que trastocan la moral familiar: desde la comunión a los divorciados vueltos a casar (Amoris laetitia) hasta la bendición de parejas homosexuales (Fiducia supplicans); atención: bendición de las parejas como tales, en una especie de parodia de matrimonio, no del cristiano individual aunque sea homosexual, lo que no plantearía problemas dogmáticos.

Ahora se abrirá el Cónclave, después de que durante años el papa Francisco, mucho más político que sus predecesores en sus nombramientos, llenó el Colegio Cardenalicio de personas afines a su pensamiento; al punto de romper con costumbres que durante siglos ningún pontífice se había atrevido a violar, como privar del birrete a sedes tradicionalmente cardinalicias: Milán, Venecia, Turín hasta hace poco (hasta que puso allí a un nuevo arzobispo de su agrado); o, por citar solo Estados Unidos, Filadelfia o San Francisco. Y en cambio elegir personas de diócesis menores o incluso sufragáneas (p. ej., Como), solo por ser afines a su “línea”. Iba a buscarlos expresamente en la minoría “bergogliana”, por no decir entre los menos ortodoxos; y lo mismo valía para los nombramientos episcopales: significativo, por ejemplo, el arzobispo de Padua.

Los daños causados por el pontificado bergogliano están a la vista de todos, incluso de quienes preferirían no verlos. Solo queda esperar que, bajo la mirada del Cristo juez de Miguel Ángel en la Sixtina, el Espíritu Santo haga su parte, y que el mecanismo político del péndulo (cuando se ha probado un extremo, se siente la necesidad de una fuerte corrección contraria) obre el milagro.

Fuente: Messa in Latino

36 comentarios en “Una primera reflexión sobre el pontificado de Francisco

  1. Avatar de happilydestinya35fc10034 happilydestinya35fc10034

    FRANCISCO +QEPD
    Nombró curas, obispos y funcionarios progres.
    Alentó movimientos socialistas.
    Hizo uso y abuso de un lenguaje ambiguo.
    Nunca vino a su tierra natal.
    Se sacó fotos con todos los delincuentes argentos.
    Jamás intercedió por militares encarcelados injustamente.
    Promovió el sínodo hereje de la iglesia alemana.
    Misericordió (=sancionó) a todos los tradicionalistas q pudo.
    Alentó al jesuita James Martin en su trabajo con los grupos LGBTQ+
    Al tiempo q prohibía la entrada de homosexuales en los seminarios.
    Fue siempre un ser ambiguo. Promotor del falso ecumenismo.
    Capaz de abrazarse con judíos y musulmanes y excomulgar a católicos seguidores de monseñor Lefrebvre.
    Prohibió la Misa tradicional.
    Negó la existencia del infierno y los milagros de Jesús.
    Fue un pobre tipo que dudaba de su fe. Pero la muerte siempre nos hace buenos !

    Borges decía: me visita un cura amigo de mí madre que me quiere convertir, y yo detesto. Pero también me visita otro q no cree en Dios y me quiere hacer de San Lorenzo.

    Nunca le interesó la teología ni la defensa de la fe.
    Alentó la ocupación de Europa por musulmanes.

    Pero, como èl dijo: «Quièn soy yo para juzgar?» …jaja
    Una de sus lamentables expresiones. Pues, al no entender de ètica, confunde el acto objetivo con la intenciòn del sujeto

    No hizo lo que debìa con Putin, ni con Chavez, ni con Maduro, ni con los Castro, ni con la Iglesia perseguida en Africa, China y la India. Pero se ocupò en hablar de temas que ignoraba, como de economìa global, ecologia, fraternidad universal y demàs utopìas

    Un Papa en quien pusieron todas sus esperanzas los progres reformistas, a los cuales defraudó, pq Bergoglio no tuvo los huevos para avanzar, aunque siempre fue de tirar la piedra y esconder la mano, y dejar que las reformas cayeran por gravedad (el tiempo es superior al espacio, decía…algo que nadie entendió, ni él). Un Papa que humillaba al clero tratándolos de clericalistas, pepinillos en vinagre, carreristas, autoreferenciales, casta anquilosada, rigoristas, etc…sin mirarse a sí mismo. Un demagogo; nada q ver con el humilde y sabio Benedicto

    Yo soy agnóstico, pero puedo expresarme como «periodista Vaticano», y mejor q Elizabetta «Piccardo» o Sergio «Rubinstein». Y no hay odio a Francisco en lo q digo: solo mí opinión (y la de muchos) con los debidos fundamentos. Dejo la sensiblería para Doña Rosa o las abuelas beatas. Lo mío pasa por otra órbita

  2. Avatar de Desconocido Anónimo

    12 años pasaron, casi, desde la última vez que puse un comentario aquí. Pero la muerte nos pone nostálgicos, y aquí una busca lo que in illo tempore le trajo consuelo. ¿Por qué? Más que nada porque quería poder meditar un poco, fuera del azúcar de los medios.
    Creo que no me volví protestante en estos 12 años por obra y gracia de Dios, y también porque dejé de leer las noticias sobre el Santo Padre y los chismes eclesiásticos. De alguna manera me di cuenta de que envenenaban mi fe.
    Pero hago un balance gracias a esta reflexión: si bien es cierto lo dicho en el post sobre el Santo Padre, también es cierto que era lo que necesitábamos, y el Espíritu Santo lo sabía. Hay una semilla de verdad en ser más flexibles, en aquello que quizás el Santo Padre tuvo en mente: el escuchar y transmitir la alegría del Evangelio. Hace rato que vi que esta parte se va o se escurre de aquellos que se dicen custodios de la tradición, a veces con una rigidez que asusta, incluso a los que amamos la tradición.
    También es cierto que necesitamos ir a las periferias, a encontrarnos con el dolor de aquellos que están alejados de la Iglesia, y hoy en día, alejados hasta de la propia naturaleza. Me pregunto: ¿cuánto hacemos por ir a buscarlos? ¿Cuánto rezamos por su conversión?
    Ojo, no se malentienda: la fe, la tradición y el magisterio de la Iglesia son un tesoro importante que hacen a nuestra fe. Pero en estos doce años he vivido para saber lo que pasa cuando estos no se viven ni se dan con caridad: son campanas sin sonido, como diría san Pablo, o campanas que aturden, diría yo.
    Sí, Francisco fue ambiguo, y un buen jesuita en su ingenio. Pero, aun así, nos cantó unas cuantas verdades que vale la pena ponernos a reflexionar. Pero con la consciencia, señores, de que Cristo ha resucitado y que, pase lo que pase, todo va a estar bien.

    Gracias, caminante, por todo lo enseñado, meditado y aprendido en estos años.
    Como decía el ánimo normando: Oremus ad invicem.
    —La pequeña Mary Lennox

  3. Avatar de Desconocido Anónimo

    Estimado Wanderer y lectores de este blog ¡Feliz Pascua de Resurrección!

    Gracias por la oportunidad de reflexionar sobre el pontificado finalizado de Francisco I.

    Desde luego que como cristianos tenemos el deber de orar y dejar a Dios el juicio sobre su persona, pero como bien se ha dicho en algún comentario, se trata del Papa. Por lo tanto, debemos evaluar su pontificado, y muy rigurosamente, porque dado el daño inconmensurable causado a la Iglesia y a la salvación de muchas almas, hay que tener presente todo lo que hay que revertir.

    En Pascua, Jesús ha resucitado y quien lo relegó en su Iglesia, al día siguiente ya no estaba.

    Jesús le dijo a Francisco de Asís, cuando hacía falta: ¡Restaura mi Iglesia! y lo hizo con su Orden de Frailes Menores. Ahora es apremiante que también se haga desde un nuevo pontificado: restaurar las Verdades divinas que Bergoglio metió en el baúl de los recuerdos para imponer su propia agenda personal. El pontificado, la doctrina, la moral, la estructura de la Iglesia, todo fue reelaborado para ser funcional al proyecto y a la persona de Jorge Mario Bergoglio.

    Vamos hacia Pentecostés, oremos para que los cardenales se dejan iluminar por el Espíritu Santo y elijan un Papa que restaure las Verdades divinas en la Iglesia de Cristo.

  4. Avatar de pinkhappily515d9f1f32 pinkhappily515d9f1f32

    Ciertamente el pontificado de Francisco I ha sido, tomado en su conjunto, muy insatisfactorio. Ahora bien, si lo consideramos con un poco de perspectiva histórica veremos que no conllevó ningún cambio de rumbo en el curso que seguía la Iglesia desde hacía décadas. Francisco, en este sentido, fue profundamente conservador: siguió nadando a favor de una corriente establecida. Por el contrario, los intentos de Benedicto XVI de cambiar este rumbo fueron “revolucionarios”, pero, sistemáticamente saboteados, terminaron por fracasar.

    No creo que se le pueda echar la culpa de todo al Concilio. El Concilio fue un paso necesario y ya deseado por Pío XII. Sin duda, cuando Juan XXIII lo convocó tuvo unas intenciones que nada tenían que ver con lo que sucedió, indudablemente jamás imaginó cómo sus propósitos serían tergiversados y traicionados. De lo que se trata ahora es de saber por qué causa el Concilio tuvo las consecuencias que estamos sufriendo. Los teólogos y los clérigos descarriados pueden haber contribuido todo lo que se quiera a este desastre, pero tampoco ellos son los últimos responsables.

    Me explico: al acabar el Concilio y en las décadas inmediatamente posteriores el poder y el prestigio de los papas seguían estando prácticamente intactos. Era el papa quien siempre tenía la última palabra, por grande que fuera la oposición dentro y fuera de la Iglesia. Dos papas hoy canonizados (a mi modestísimo juicio erróneamente) tuvieron los medios para encauzar las reformas conciliares en la dirección correcta, pero no lo hicieron. Pablo VI fue un hombre bastante distante y hermético, sin gran carisma, convencional, más bien pasivo. En vida dudo que de verdad lograra entusiasmar a nadie, al margen de las adulaciones de las que todo papa es objeto mientras ocupa la cátedra de Pedro. Si se dio cuenta de lo que pasaba, de adónde se desviaba la nave, fue incapaz de conducirla por la derrota correcta. Cuando murió en 1978 aún podía corregirse el rumbo. El pobre Juan Pablo I tuvo sólo tiempo para morir.

    Pero cuando Juan Pablo II llegó al pontificado las condiciones eran óptimas. El hecho de que fuera el primer papa no italiano después de siglos le valió unas simpatías y despertó un interés inusitados. Era, de facto, el primer papa postconciliar, lo que también era un punto a su favor, pues despertaba al mismo tiempo curiosidad y esperanzas. Además, tenía apenas 58 años y era un hombre muy activo y carismático. Lo tenía todo. Pues bien, a pesar de esto el balance de su pontificado fue desastroso. Me temo que dedicó más energías a hacer política que a ninguna otra cosa. Cayó en un populismo nunca visto y degradó las formas litúrgicas, lo que quedó de manifiesto en las misas celebradas durante sus frecuentes viajes. Un político español muy admirador de Benedicto afirmó (con muchísima razón) que Juan Pablo llenaba los estadios durante sus giras mientras los domingos las iglesias se iban quedando cada vez más vacías.

    Cuando Benedicto fue elegido papa la podredumbre lo había invadido todo. Por un lado una curia corrupta y desafiante. Por otro un “progresismo” desbocado y envalentonado. Entre los tradicionalistas, seamos sinceros, también bastante gente indisciplinada y poco razonable. Además de los escándalos financieros, sexuales, etc. Y por encima de todo, la pavorosa pérdida de fieles y de vocaciones. A Benedicto todos lo boicotearon y traicionaron.

    Francisco no fue otra cosa que el fruto de la evolución iniciad con Pablo VI y Juan Pablo II y que Benedicto no pudo corregir a pesar de sus desvelos. Francisco no fue causa, sino síntoma de la enfermedad, un síntoma que sin duda contribuyó a agravarla, pero que no por eso dejó de ser un síntoma. Las raíces del mal están en los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, pues ellos permitieron que se crearan las condiciones necesarias para el advenimiento de un papa como el que acaba de fallecer. Francisco ha sido mucho menos relevante de lo que puede parecernos a primera vista.

  5. Avatar de Desconocido Anónimo

    Ahora caigo en la cuenta de que una de las consecuencias de la muerte del Papa Francisco va a ser que este blog perderá muchos lectores. Ya no será tan importante leer al Wanderer para entender qué pasa en la Iglesia. También el blog dejará de estar tan focalizado en asuntos eclesiásticos: creo que volverá un poco a sus orígenes.

  6. Avatar de Desconocido Anónimo

    ¿Queda algo de Roma? Hoy, 21 de abril, se conmemora el 2778° aniversario de la fundación de la ciudad de Roma. Los Santos Padres veían en ella (ora el imperio material, oral la romanitas espiritual) una figura del Katejon bíblico. ¿No es significativo que la muerte de este pontífice romano, que mucho ha colaborado en disolver lo poco que quedaba de romanitas, se produzca en esta fecha? Pues es para estar alerta.

    1. Avatar de Anónimo Anónimo

      ¿Qué harán ahora los medios de comunicación mundiales que dominan el criterio de lo políticamente correcto? Harán loas y tirarán incienso buscando que aparezcan personajes de todos los pelajes afines para que quede los postulados de Francisco como «incambiables» y así PRESIONAR a los asustadizos cardenales que desde hace décadas se conforman al «espíritu del mundo». Veremos si serán capaces los cardenales de verse libres de estas malintencionadas influencias….

  7. Avatar de Desconocido Anónimo

    Nunca un Papa había recibido tantos elogios de los enemigos de la Iglesia, tanto de fuera como de dentro. Me hacer recordar las palabras del Evangelio: ¡Ay de vosotros cuando los hombres hablen bien de vosotros, porque así lo hicieron sus padres con los falsos profetas ! Lc 6,26

    Que Dios se apiade de su alma.

  8. Avatar de Paseador de perros Paseador de perros

    Hay varios a quienes le cambiarán sus condiciones de vida en el episcopado argentino.
    Por ejemplo Mons. Zanchetta, seguirá siendo protegido por el nuevo pontífice?

    https://informatesalta.com.ar/contenido/429248/zanchetta-seguira-en-roma-hasta-mayo-presento-una-nueva-prorroga-y-sigue-sin-cum

    El resto de la superpoblación episcopal que constituye la Conferencia Episcopal Argentina deberán poner sus barbas en remojo. Entre otros el arbitrario y tirano Mons. Carapa.

  9. Avatar de Desconocido Anónimo

    A mi entender hizo un daño a la Iglesia inconmensurable. Que Dios se apiade de el, como de tantos otros creyentes, o no, que hayan muerto. Coincido en que no hace falta hablar mal de los muertos, pero la realidad es que no es cualquier persona. Asumió la conducción de la Iglesia Católica, nada menos, tras el Papado de Ratzinger. Sinceramente, es un alivio que ya no gobierne la Iglesia, de todas maneras, no me extrañaría demasiado que llegue alguien peor aún. Vale la pena rezar fuertemente para que eso no suceda.

  10. Avatar de Desconocido Anónimo

    Si alguien se siente demasiado dañado por Francisco como para no querer rezar por el Papa difunto, debería cuestionarse la vida entera. ¿Cree estar haciendo honor a la verdad? ¿Qué verdad, la de su solaz emocional? Cuestiónese cómo semejante desdén puede armonizarse con la fe católica. Misma, por cierto, que cree en Aquél que mandó: «rogad por los que os persiguen». ¿Qué diantres pasa, católicos? Después quieren sentirse parte de no sé qué remanente fiel, y dicen estas cosas. De alegrarse o no, y tener ganas de rezar por él o no, no digo nada. Esos son sentimientos completamente secundarios.

    En cuanto a Vd., Wanderer, le agradezco enormemente la traducción. Es lo mejor que encontré hasta ahora sobre el particular.

    Requiem aeternam dona ei, Domine.

  11. Avatar de Luis Jeme Luis Jeme

    No es un muerto cualquiera, si no el responsable último (cronológicamente) de la autodestrucción de la Iglesia.

    En cuanto a que fue hijo de su tiempo, cierto, pero también que todo Sumo Pontífice recibe gracias especiales para su misión. Y aún así, él introdujo sibilinamente la herejía en documentos magisteriales.

  12. Avatar de Desconocido Anónimo

    Es Cristo el que está en la barca, aunque esté dormido en cierto momento. Gentes de poca fe, la prueba actual de los últimos 65 años tiene un propósito, es una purificación… está en la Visión de León XIII y en escritos como las visiones de Anna Catalina Emmerick. Es Cristo el que permite ciertos periodos, y cuando Él decida que la prueba ya es suficiente, como sucedió con el Santo Job, entonces habrá terminado y tendremos un nuevo periodo en el que quizás la persecución será mucho más externa que crisis interna, porque pruebas siempre pasaremos. Cualquier explicación meramente humana se queda muy corta, por más que tengamos libre albedrío, y que es una mezcla de ambas.

  13. Avatar de Desconocido Anónimo

    Los finados eran todos buenos y las novias son todas lindas. El problema de Bergoglio fue su ambiguedad, tratar de quedar bien con todos. Su simpatìa x el Kirchnerismo y alguno de sus personajes (Milagro Sala, Zaffaroni, Grabois) hablan x sì sòlos. En los Evangelios leemos del Buen Ladron como del Buen Samaritano; ergo, estàn los malos ladrones y los malos de Samaria. A mì lo q màs me llamò la atenciòn fue su pedido de disculpas (en su fiebre de correccion polìtica) por la Evangelizaciòn en Amèrica y los «Pueblos Originarios», justo el, un Jesuita de la Compañìa de Jesùs, q se cansò de rescatar indios del salvajismo, la brutalidad, los sacrificios humanos y el canibalismo, a los q se les enseñò a trabajar, un oficio. Salvo el aborto y la eutanasia, en todo lo demàs, fue un abonado al Foro de SAN Pablo y sus polìticas. Por q Bergoglio y sus curas villeros tienen ese berretìn con los K? Porq el kernerismo siempre fue clericalista. Anticristianos (aborto, ideologìa de gènero a full, falopa libre, etc.) pero son tipos q se acercan a las villas, visitan la parroquia, se sacan una foto con el cura, hay abrazos y fraternizan, unos paquetes de polenta y arroz (con gorgojos pagados con sobreprecios seguramente) y a muchos curas les gusta el calor humano, sentirse «comprendidos» x la polìtica. Macri, Milei y todo el espectro liberal, centrista o de derecha local son màs protocolares, distantes, no entienden el calor humano del peronismo.

  14. Avatar de Desconocido Anónimo

    «fue un hijo de su tiempo» Es decir fue un hijo del Mundo, recuerdo vagamente que había cierta oposición entre los hijos del Mundo y su Príncipe, y los hijos de la Luz y su Príncipe. Como dije en otro post, JNB ya no es nuestro problema, gracias a Dios. Creo que su pontificado fue tremendamente esclarecedor para los que tienen ojos para ver. Mientras que JPII y BXVI trajeron cierta ilusión, con el neoconismo y la hermeneutica de la continuidad, el pontificado de Francisco dejó bien claro quienes están al mando de la institución, que está ya totalmente instrumentalizada para otros fines que no son la salvación de las almas.

    Jorge

  15. Avatar de Desconocido Anónimo

    Yo tengo varias preguntas :

    1. Vamos a seguir adelante, como si aquí no hubiera pasado nada y todo normal ???
    2. Y qué pasa con las herejías que elevó a supuesto magisterio ???
    3. Y qué pasa con la «primavera católica», conspiración recientemente hecha pública en EU por la que se pretendió (¿o logró?) echar a Benedicto para poner un papa a modo ???

    Isaac

  16. Avatar de Desconocido Anónimo

    Muy bien escrito aunque demasiado indulgente. No siempre todo se explica por el contexto o por la historia de cada cual. Los que lo padecimos sabemos que le gustaba hacer maldades por el simple gusto de embromar.

    Pero sólo Dios tiene la última palabra en este momento. Sólo nos queda pedir por su alma.

  17. Avatar de Desconocido Anónimo

    Ratzinger no tenía cuarenta, sino treinta y cinco años cuando se abrió el Concilio. Otros clérigos más ancianos, como Bugnini, fueron entusiastas del Concilio.

  18. Avatar de Desconocido Anónimo

    Recién acabo de escuchar a Mons Barba y decia que sus hermanos sienten el sentido de orfandad.

    Con varios amigos tuvimos ese mismo sentimiento con JP2 y con B16, con Francisco me dio pena por su Alma y que Dios tenga misericordia por todo el mal que fue causa eficiente.

    Ahora ustedes saben que el Blog de Wanderer y en particular el análisis del futuro conclave esta siendo analizado por los servicios secretos de muchos países, es un paper muy interesante.

    Felicitaciones por el Paper, los servicios, las grandes potencias lo tienen analizando.

    A los progres nadie los tiene en cuenta…

  19. Avatar de scented1b7eef9209 scented1b7eef9209

    No entiendo esto: De los muertos se habla solo bien. Perdón por mi IQ tan bajo. Pero la verdad no lo entiendo. La muerte hace buena a las personas? O sea: podés ser Pepita la Pistolera en vida y, guay! del vecino que se le ocurra decir en tu entierro que eras una delincuente! Yo creo que siempre hay que hablar con la verdad. De los muertos se habla con la verdad. Máxime si han tenido responsabilidades mayúsculas en vida. Ahora no puedo hablar bien de Francisco-Papa porque hace doce años que escucho andanadas de tonterías de boca de Obispos lame botas, laicos lobotomizados e ignorantes de cuanto pelaje guste. Que hable bien Grabois, Cristina, Pérsico, el Gordo Valor y todos los obispillos políticamente correctos, calienta-sillas, que han perdido la Fe hace mucho. Que hable bien el Tucho y los cardenales entreguistas. Que hable bien toda la izquierda, la masonería, los LGBT y los «teólogos de la liberación». Yo no me prendo al coro de aplaudidores oficiales de la destrucción de la Iglesia. De los que no creen que Cristo resucitó, que no veneran a la Virgen, que igualan matrimonio legítimo con uniones antinaturales, que reparten alegremente comuniones sacrílegas, que justifican el aborto, la misericordia sin justicia. Que se inventaron un Dios a su medida. Modernistas en toda la línea. Lo lamento. Se murió un Tirano. Alguien que nunca debió haber sido Papa. Hoy es un gran día.

    1. Avatar de Don Pelayo adventurouspeanutebe0071547

      De los muertos solo se habla bien es un viejo adagio. Y por una cuestión de justicia: no se pueden defender.
      De los muertos habla con TODA la verdad sólo Dios a quien pertenece el juicio, y sólo Él. Nosotros juzgamos lo que conocemos, y por eso decimos que su Pontificado fue catastrófico. Pero de su alma ya se ocupó Dios.
      Que Dios nos pille confesados

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        Vida y hechos de Pío V por Antonio de Fuentemayor:

        Entrando en San Pablo, a la entrada principal de la Iglesia, vio un sepulcro de mármol donde estaba Pedro León, antipapa (…) Mandó derribarlo y ponerlo debajo de tierra, en el cementerio, diciendo: «No ha de tener lugar honrado en la Iglesia quien fue su enemigo.>>>

  20. Avatar de Anónimo Anónimo

    fue un hijo de su tiempo, y sus evidentes carencias para conducir la barca de Pedro son (al menos en parte) sin culpa, derivadas del condicionamiento de la época (…) me parece que el autor no es argentino y, por lo tanto, carece de la visión «terrenal» de quienes conocieron y trataron a Bergoglio antes de ser papa. Bien le valdría leer «il Dittatore» de Marcoantonio Colonna que bien habla de su ambición desbordada y, por ende, de su despiadado autoritarismo. Todo lo que dice este artículo es secundario en el recién fallecido. Salvo Pablo VI, al que considero el peor papa de la historia por no detener el desastre del Vaticano II y peor su reforma litúrgica (engañado o no…) ocupa el segundo lugar.

    1. Avatar de Desconocido Anónimo

      Hola, te responderé porque soy italiano. El sitio es italiano, el autor se refería a la época de los años 50 y 60 y a la compleja dinámica del peronismo-antiperonismo. Categorías que no siempre son comprensibles para nosotros los europeos, sobre todo para la gente común que no ha realizado estudios específicos. Expreso una opinión personal, esperando no ofender la sensibilidad de los demás en este sitio y haciendo algunas premisas. No manejo muy bien la política argentina, todos tenemos opiniones diferentes y creo que hoy es correcto expresar las propias opiniones con prudencia y sin faltar a la caridad cristiana. Para algunos italianos Bergoglio representaba el peronismo; en mi caso la degeneración del peronismo (kirchnerismo/progresismo). Iré más allá: JM Bergoglio es una figura muy parecida a la de un “caccico” (cacique) centroamericano. En mi opinión, a Bergoglio le fue peor que a sus predecesores, incluso a Giovanni Battista Montini. Quien era un hombre inteligente y culto, pero absolutamente progresista. Ciertamente la abolición de la tiara fue algo muy serio. Debemos orar mucho por las almas de Bergoglio y sus predecesores, sean verdaderamente santos o no.

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