León XIV y el nuevo gobierno de la Iglesia

Por Maximilian Bernard

Ya han comenzado a salir a la luz informaciones sobre el desarrollo del cónclave. Un artículo del Corriere della Sera, fechado el 1 de mayo, es decir, antes de la entrada en el cónclave, ya revelaba que el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, prefecto del dicasterio para los obispos mayores, había visitado al cardenal Burke (a pesar de haberse convertido en un paria bajo Francisco, que le había retirado su apartamento, su salario y todas sus funciones oficiales) para una cumbre muy secreta (sic).

En un artículo del 9 de mayo, al día siguiente de la elección, Il Tempo escribe que el cardenal Robert Francis Prevost no contaba con el apoyo de los movimientos organizados, desde el Opus Dei hasta Sant’Egidio. Sería el cardenal Giuseppe Versaldi (foto), no elector (nacido en 1943), italiano, nombrado obispo y luego cardenal por Benedicto XVI, antiguo prefecto de la Congregación para la Educación Católica, figura de equilibrio y gobernanza, quien supo, a lo largo de los años, construir una red de protección y credibilidad en torno a Prevost, y fue él quien silenciosamente lo dio a conocer al episcopado italiano, quien garantizó su autoridad en los palacios y quien promovió su figura como una alternativa seria, espiritual y fiable al centralismo diplomático encarnado por Pietro Parolin, que se encontró frente a un muro compacto formado por cardenales estadounidenses, africanos y sudamericanos, confirmando el viejo adagio romano «el que entra en el cónclave como papa, sale como cardenal».

Monseñor Versaldi no solo fue un patrocinador, sino un auténtico director de escena del ascenso de Prévost. Y ahí es donde entra en juego el cardenal estadounidense Raymond Leo (vaya, vaya) Burke, citado anteriormente. Burke, que apreciaba en Prévost la sensibilidad litúrgica y la claridad doctrinal, reconoció en él una alternativa sobria y ortodoxa a los excesos de los últimos años. Su preferencia, compartida por otros estadounidenses como los cardenales Sean O’Malley y Joseph Tobin, permitió desbloquear una situación paralizada entre los nostálgicos del «gran retorno» y los partidarios del «gran cambio». Prévost, pacifista convencido y pacificador dialogante, dotado de un verdadero espíritu misionero, representaba la tercera vía.

Ahora cuenta con un equipo muy unido a su alrededor. En primer lugar, monseñor Luis Marín de San Martín, obispo español, agustino, subsecretario del Sínodo y próximo sucesor, ya seguro, del muy discutido Edgar Peña Parra en el cargo de sustituto para los asuntos generales. Se convertirá en el nuevo número dos de la Secretaría de Estado, no por ambición, sino por coherencia espiritual y visión eclesial. Luego, personalidades como monseñor Fabio Fabene, exsecretario del Dicasterio para los Obispos, Ilson de Jesus Montanari, de Brasil, experto en América Latina, la hermana Nathalie Becquart, punto de equilibrio entre sinodalidad y gobernanza, y el padre Alejandro Moral Antón, prior general de los Agustinos, guardián del carisma y voz escuchada en los momentos de discernimiento más delicados. A su lado, teólogos como Alberto Royo Mejía y canonistas como el jesuita Gianfranco Ghirlanda han proporcionado a Prévost las herramientas para transformar su visión sinodal en líneas operativas. La señal es clara: no se trata de una revolución de poder, sino de una reconfiguración espiritual.

León XIV no comenzará su pontificado con purgas, sino con gestos de continuidad reflexiva. Porlin se queda, por ahora. Pero está claro que el centro de gravedad se desplazará y que, con la llegada de Luis Marín de San Martín a la cabeza operativa de la Secretaría de Estado, se abrirá una nueva etapa. Los agustinos, que no forman un lobby en el sentido tradicional del término, se están convirtiendo en una corriente espiritual de gobierno: autoritaria porque arraigada en una antigua tradición, fuerte no por su riqueza —que en muchos casos ya no existe—, sino por su coherencia. Es bien sabido que la Orden de San Agustín no navega hoy en aguas abundantes: los monasterios están cerrados o abandonados en el otro extremo del mundo, las vocaciones son escasas y las obras se sustentan en el sacrificio de unos pocos. Sin embargo, es precisamente en la pobreza material y la descentralización donde la Orden ha redescubierto su vocación profética.

Su verdadero «capital» hoy es el pensamiento, la oración, la sobriedad. El corazón de este renacimiento es el Colegio de los Agustinos de Roma, que no es solo una residencia, sino un cruce de caminos teológico, un punto de conexión entre las periferias de la Orden y la Curia. Por allí pasaron los protagonistas de esta etapa eclesial —estudiando, viviendo, discerniendo—: desde Prevost a Marín, desde Moral Antón a tantos formadores de las nuevas generaciones. Si Francisco ha hablado de una «Iglesia en salida», León XIV parece desear una «Iglesia en escucha interior», capaz de decir palabras fuertes sin gritar, de tomar decisiones sin violencia, de caminar sin cálculo. Una Iglesia que, como diría san Agustín, busca a Dios no en el ruido del mundo, sino en la verdad del corazón. No solos, todos juntos. «In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas».

En Le FigaroJean-François Colosimo, director general de Éditions du Cerf, revela que en los días previos al cónclave, el eminente vaticanista italiano Giovanni Maria Vian decía que había que ver en el cardenal Prevost al outsider absoluto, llamado a convertirse en el favorito en caso de neutralización entre los grandes «papabili». Al cerrarse las puertas, Roma murmuraba su nombre.

Según fuentes italianas, los cardenales Parolin y Tagle se neutralizaron desde las primeras votaciones, favoreciendo el ascenso del cardenal Prévost, que ya había obtenido varias decenas de votos, y luego su elección en la cuarta votación. Según algunos relatos, Parolin, Tagle y Ërdo entraron en liza con varias decenas de votos, eliminando así a los demás «papabili». ZuppiAveline y Prevost también habrían obtenido votos. Según Il Giornale, el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, jugó a ser el hacedor de reyes, atrayendo a votantes de América del Norte y del Sur, más bien anglófonos o vinculados a la Commonwealth, desde Sudáfrica hasta la India, pasando por las islas Tonga. Parolin contaba con un cierto número de votos, entre cuarenta y cincuenta según las fuentes, pero no suficientes para alcanzar los 89. Desde la primera vuelta, Prévost obtuvo numerosos apoyos. Los bergoglianos se presentaron divididos en varios grupos y no fueron capaces de proponer una alternativa. Es posible, como señala la agencia Ansa, que el controvertido acuerdo secreto alcanzado con el Gobierno de Pekín haya pesado sobre Parolin. Se rumorea que el cardenal de Vicenza llegó a un acuerdo con el filipino Luis Tagle. Pero a la hora de la verdad, el acuerdo no se mantuvo y los votos se decantaron hacia Prévost.

Fuente: Risposte Catholique

17 comentarios en “León XIV y el nuevo gobierno de la Iglesia

  1. Avatar de Desconocido Anónimo

    Muy muy interesante este Robert F. Prevost, el Santo Padre Leon XIV. Muy listo.

    Según todas las trazas, fue elegido por una insólita alianza entre progres francisquistas y conservadores-tradis, para descabalgar al cortesano/curial Parolin. Desde su puesto de prefecto para la congregación de los obispos se dio a conocer a muchos cardenales, y eso parece que ha sido clave para que haya superado a los papables Parolin y Tagle.

    Los medios mundanos progresistas están entusiasmados porque es criatura de Francisco (Bergoglio impulsó personalmente su meteórica carrera de los últimos dos años), porque habla mucho de sinodalidad (una de las mayores flatus vocis de la Iglesia actualmente), y porque criticó a Vance a propósito de las medidas antiinmigración del nuevo gobierno de Trump (medidas absurdas e inmorales, por cierto).

    Todos los obispos heréticos y el sodomita Martin haciendo palmas en las orejas y esperando que «profundice en las reformas de Francisco», que han sido absolutamente ninguna en la dirección que pretenden los herejes, aparte de sembrar confusión en la comunión a recasados o las blasfemas bendiciones a homosexuales, pero no a las parejas pero sí en pareja. Todo lo demás del pontificado de Bergoglio no fueron más que gestos (muchos de ellos horrendos y dolorosos a la Esposa de Cristo, pero gestos al fin). El catecismo de la Iglesia católica de Juan Pablo II sigue siendo el oficial (y, aunque posconciliar, y relamido, y lo que se quiera, es católico). Solo instauró algunas costumbres accesorias que ya vimos, aunque fuese simbólicamente en el balcón de la basílica de san Pedro, el nuevo papa puede borrar de un plumazo. Y está borrando.

    Pero Burke, Sarah y Müller, todos los de la cáscara amarga, están alabando y bendiciendo a Dios por la elección de León XIV, y no con las cortesías habituales, sino con fervor. ¿Cómo se explica esto, que unos y otros estén entusiasmados? para mí sencillo: Franciscus se dedicó, como buen jefe tóxico, a crear amigos y enemigos dentro del escalafón, a veces con marcada grosería (el canibalismo institucional que bien describió nuestro amigo Wanderer), porque es un modo de tenerlos enfrentados entre sí, y tener siempre algunos que le apoyen. De primero de gobierno autoritario (y mundano). Prevost, y ahí viene la inteligencia, ha tenido muy fácil simplemente evitar esa actitud, y tratar a todos con respeto. Tan sencillo como eso, para que muchos prelados respiren aliviados al ver que no son unos apestados en la corte del tirano. Y de repente es un papa popular. Naturalmente, eso no durará, porque más pronto que tarde, empezarán las peticiones y las presiones, que siempre serán en beneficio de unos para perjudicar a otros, y ese es un toro difícil (pero no imposible) de torear sin crearse descontento y rencor.

    Pero para los que amamos a Dios y a su Iglesia sinceramente, esas disputas entre curas nos importan poco (se lo dejaremos a los «vaticanistas expertos» que normalmente son plumillas huelebraguetas y chupacirios que se creen que la Iglesia es un patio romano con cientos de porteras despotricando unas de otras). Y basta con ver palabras y gestos para entender que este Prevost es inteligente y prudente. Y que será un papa que no va a «seguir las huellas de Francisco», mucho menos un fan de Francisco. Un fan de Bergoglio no hubiese recuperado desde el minuto uno casi todos los símbolos del poder papal. Un fan de Francisco no hubiese hecho la primera homilía hablando de la centralidad de Cristo en su Iglesia. Casi todas las declaraciones de peso de León XIV están dirigidas «ad intra» de la Iglesia. Están dirigidas a los cristianos. Y su insistencia sobre la unidad no va en la línea de macanas con ateos, judíos o pachamamos, sino de unidad de los cristianos.

    Es muy significativo que su primer viaje sea a Turquía para celebrar el aniversario del concilio de Nicea, el concilio de la unidad de los cristianos y la clarificación de la ortodoxia. Y que haya invitado al dudoso pero legítimo Bartolomé I también es muy significativo. El difunto Bergoglio, Dios tenga piedad de su alma, jamás hubiese hecho semejante viaje: a él la teología le parecía boludeces de intelectuales. Claro, porque su formación teológica era concisa, por decirlo suavemente.

    Para alguien como yo, muy partidario de buscar (en la medida que se pueda) la reunificación con las Iglesias orientales, es inevitable sentir un calorcillo de esperanza. Déjenme que la mantenga en que este será un buen papa, que ya me desengañarán los hechos si no es así.

    Dicen que es porque es canonista y teólogo. Puede ser, pero hay canonistas y teólogos heréticos o imbéciles a patadas. No, Prevost es listo, muy listo. En el peor de los casos, no hará que nos avergoncemos de ser católicos. No lo veo cayendo en el ridículo en que nos tenía acostumbrados su predecesor.

    Yo, como tradicionalista (no sé si enragé o de otra tribu) me conformo con que haya libertad para la liturgia (no sólo la misa) tradicional, y que se deje libertad a los grupos que pretenden hacer apostolado y vivir su fe desde la doctrina tradicional sólidamente tomista (y agustiniana también, porqué no). Estoy convencido que sin persecución, pueden ser la semilla de renacimiento espiritual de la Iglesia. No pido más a León XIV (bueno, si puede poner orden para que la novus se celebre con reverencia, que se puede hacer, pues mejor).

    Y mientras tanto leer y reírme un poco de tanto periodista, o periolisto, progre, que sigue cantando loas a León XIV porque era «criatura fiel de Francisco», sin tener ni puñetera idea de cristianismo, y sin darse cuenta de que no, no es un Francisco II, ni tiene pinta de que se le vaya a parecer lo más mínimo.

    nachet

  2. Avatar de Ottaviani Alfredo Ottaviani Alfredo

    Felicidades «por partida doble» a todos.

    Espero que mi alegrìa se mantenga. Si en el nuevo Papa està la persona del Cardenal Burke, estoy con este Papa.

  3. Avatar de Jorge de Chile Jorge de Chile

    De sus 70 años de vida este papa ha pasado 31 años viviendo en EEUU, 24 en Perú y 14 en Roma: o sea tiene experiencia en el país más poderoso del mundo, en un país pobre y en la curia romana. Era un candidato perfecto para unir a las distintas facciones de la iglesia.

  4. Avatar de Anónimo Anónimo

    He leído finalmente el libro de Bouyer que usted hacía alusión en uno de sus últimos artículos y me pareció que justamente habla de la descomposición del catolicismo a raíz de la lucha entre el integrismo y el progresismo que se autoalimentarían y de la deriva, muy acertada, por cierto, del ascenso del concepto de autoridad en desmedro del concepto de verdad desde los tiempos del escotismo y nominalismo. Le dedica bastante al integrismo, bastante novedoso, aunque, algunas conclusiones, puedan parecer polémicas como el de sostener que volver a un estado preconciliar es reducir la Iglesia “a un grupo de fanáticos”. Hace ver que la Iglesia desde la Contrarreforma ha dado pasto al integrismo con el cual se encontró la Iglesia en los tiempos anteriores al Vaticano II. Saliendo de esta aporía Bouyer da puntos de reflexión en sus “Conclusiones” (parte 3) en las cuales remarca la necesidad del estudio teológico injertado en la cultura del tiempo como se hace desde Clemente y Orígenes con la necesidad de un conocimiento científico amplio y actual. Propone evitar ordenar a sacerdotes menores de 30 años. Le exige una carrera universitaria y no menos de un año de trabajo manteniéndose con su propio sueldo. Esto evitaría ordenar a “eunucos” esquizofrénicos o adolescentes perpetuos. Sin embargo, me parece que el integrismo como Bouyer lo trata está conceptualmente atomizado y no me parece que refleje todo el cuadro eclesial anterior al Vaticano II ni mucho menos. La Iglesia hubiera evitado el mal actual de la nada total a la que la desfiguró el progresismo y habría encontrado en su mismo seno herramientas de mejorías mucho más eficaces y cercanas a lo que Bouyer plantea como una Iglesia abierta al mundo sin caer en el torbellino de su filosofía como, en parte, se pudo ver con Pío XII. El problema que después de Pio XII no hubo un Pío XIII…y no lo digo en todos los aspectos de su pontificado. No creo que volver al preconcilio sería reducir a la Iglesia en un grupo reducido de fanáticos y menos ahora más de cincuenta años después de la aparición de este libro. Eso sí, por lo menos, sacaría a la Iglesia de esta constante “merienda de negros” en la cual vivimos desde el Concilio hasta el día de hoy.

  5. Avatar de Desconocido Anónimo

    Parece entonces que esas primeras votaciones sirven para saber la fuerza real que tiene cada cual y la política eclesiástica que representa.

    La falta de cardenales «tradicionaliatas» suficientes y su rechazo total al bergoglismo jesuita obligó desde antes del cónclave a buscar alguien (el menos malo) aceptado por las 2 corrientes principales.

    Alguien que sea tolerante con los signos externos (regalia pontificia, uso del latín… incluso liturgia bimilenaria voluntaria…) y tolerante con lo mejor del pontificado a la argentina, empezando con el fútbol, el mate y el gato)

    Veremos el grado de manipulación bergoglista con que nos intentará torear en nuevo Siervo de los siervos de Dios…

    Aunque creo que la inteligencia del incumbente y su profesionalidad eclesiástica le liberarán de muchas de sus cargas.

  6. Avatar de Desconocido Anónimo

    Si esto es así de cierto, la conclusión es que varios, entre cardenales y ayudantes que juraron secreto bajo pena de excomunión automática, están… excomulgados y por lo tanto fuera de la comunión. Y lo que se sigue es que, lamentablemente, les importa un carajo el derecho canónico y sus votos.

    Bergoglio batió mucho de la interna de los cónclaves 2005 y 2013 a sus correveydiles La Elisabeta Picota y El Ecumenísimo Marcó. Pero todos sabemos que El Finado aconsejaba al Creador cuando diseñaba el Edén, por lo que las normas de la Iglesia no lo alcanzaban.

    Al respecto de la nota posteada por W, quisiera recomendar a todos la lectura de «Cuñadismos de sede vacante y la elección de León XIV» de Juan Manuel de Prada, reciente artículo del entrañable Gordo, con citas a Castellani y todo, donde adjetiva al periodismo express vaticanólogo y conclavólogo. Un ejemplo local del mismo: en el lapso de sedevacante reciente, el personajucho multivalente y ensobrado, con actual gran llegada de audiencia en radio y tv, llamado Duggan…, desconocía que Ratzinger había muerto pero hablaba de los desafíos del sucesor del santo súbito peruka Francisco.

    Me quedo con la esperanza y el desacelerado optimismo que León XIV sea el punto de inflexión que pase de una iglesia ovejuna en salida, a una Iglesia apostólica y patrística.

    Elvis Tek

      1. Avatar de Desconocido Anónimo

        como dicen ahora, que, «Mientras Trump y Milei se juegan el todo por el todo en la arena política, Prada..» Es un montón!

  7. Avatar de Desconocido Anónimo

    Es pronto para grandes entusiasmos. Pero se leen cosas buenas y, en todo caso, muy malo tendría para ser peor que las alternativas que se barajaban (algunas con posibilidades ciertas, si leo bien lo acontecido).

    1. Avatar de Desconocido Anónimo

      La referencia hace más mención de Cabrejos que de Prevost y el autor parece que dejó de escribir el 2019. En la nota que supuestamente habla sobre Prevost, muestra más bien su línea ideológica y su desconocimiento y es de antes de la llegada de este. Mucha opinión y ningún hecho.

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